Heb 2:17: «Por lo cual, debía ser en todo semejante á los hermanos, para venir á ser misericordioso y fiel Pontífice en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo.»

El caminar del cristiano debe estar en continua alerta sobre lo que digan acerca de su salvación. El conocimiento es, quizás, el arma más grande que pueda tener para alcanzar la redención de los salvos. Estas cosas habló Jesús:

Jn 17:3: «Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado.»

Bajo esta prerrogativa busquemos la verdad e inquiramos por qué razón Cristo fue hecho semejante a sus hermanos (He 2:17), y cuál es el riesgo de adoptar lo que la Iglesia Madre enseña acerca de la naturaleza humana de Cristo; mismo que de alguna forma similar la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día ha adoptado y que igualmente toda denominación cristiana en cuyo credo aparece la doctrina de la Trinidad como piedra de ángulo. En el Catecismo de la Iglesia Católica está escrito lo siguiente:

? Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación «la naturaleza humana ha sido asumida, NO ABSORBIDA» (GS 22, 2)… Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha ASUMIDO. Todo lo que es y hace en ella proviene de «uno de la Trinidad». El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad.

? la Iglesia confesó en el sexto Concilio Ecuménico que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, NO OPUESTAS, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cf. Concilio de Constantinopla III, año 681: DS, 556-559). La voluntad humana de Cristo «sigue a su voluntad divina sin hacerle RESISTENCIA ni OPOSICIÓN, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad omnipotente» (ibíd., 556).

Sometamos esta enseñanza bajo la luz de las Escrituras y los Testimonios y veamos el error y el peligro de creer en ella.

Cuando el hombre hubo pecado tenía que pagar con su muerte la infracción por haber transgredido la ley de Dios (Ez 18:20; Rom 6:23; 1 Jn 3:4); creando un muro de separación y enemistad contra Dios (Ef 2:14,15; Rom 3:23). Debido a esto, Cristo se hizo garante como propiciación por nuestros pecados para que lográramos ser justificados delante de Dios (2 Co 5:21).

Cristo tenía que ser igual al hombre caído en la carne y sangre (Fil 2:7), con la misma naturaleza de Adán después de haber concebido el pecado (Rom 2:12,14); pues, es al hombre caído al que Jesús vino a rescatar a través de su muerte y resurrección (Rom 5:8-10). Si Cristo hubiera venido a este mundo poseyendo una naturaleza humana perfecta como la de su divinidad, o como la de Adán en sus días en el Edén no hubiera podido expiar los pecados del hombre, en contraposición a lo establecido en el Concilio de Constantinopla III, cuando dice: 《La voluntad humana de Cristo «sigue a su voluntad divina si hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad omnipotente».》

Si en verdad fuera el hecho ocurrido como lo decretado anteriormente, Cristo no podría compadecerse de nosotros, puesto que las tentaciones que él padeció siempre hubieren estado bajo el dominio de una voluntad divina; si así fuera, no podría darnos ejemplo de cómo afrontar la tentación y el pecado, sin poder sobre el pecado para socorrernos (He 2:18).

➡️ Pero aunque la gloria divina de Cristo estuvo por un tiempo velada y eclipsada porque él asumió la naturaleza humana, sin embargo no cesó de ser Dios cuando se hizo hombre. LO HUMANO NO TOMÓ el LUGAR de lo DIVINO, NI lo DIVINO de LO HUMANO. Este es el misterio de la piedad. Las dos expresiones —”humano” y “divino”— eran estrecha e inseparablemente una en Cristo, y sin embargo tenían una INDIVIDUALIDAD DIFERENTE. (ST 10-5-1899).

➡️ Cristo NO APARENTÓ que TOMABA la NATURALEZA HUMANA; LA TOMÓ de VERDAD. Poseyó verdaderamente la naturaleza humana. “Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo”. (RH 5-4-1906). {ver com. Jn 1:1-3}

Finalmente, concluimos con la siguiente declaración de E.J. Waggoner en la que nos ilumina aún más sobre la verdadera naturaleza humana de Cristo:

➡️ No hace falta reflexionar mucho para comprender, que si Cristo tomó sobre sí mismo la semejanza de hombre a fin de poder redimir al hombre, tuvo que ser el hombre pecaminoso al que debió ser hecho semejante, ya que es al hombre pecaminoso a quien vino a redimir. La muerte no podía tener poder sobre un hombre perfecto, como lo fue Adán en el Edén; y no hubiese podido tener ningún poder sobre Cristo si el Señor no hubiera puesto en Él la iniquidad de todos nosotros. Es más, el hecho de que Cristo tomó sobre sí la carne, no de un ser inmaculado, sino de uno pecaminoso, esto es, que la carne que Él asumió tenía todas las debilidades y tendencias pecaminosas a las cuales la naturaleza humana caída está sujeta, se ve por la declaración de que «fue hecho de la simiente de David según la carne». David tenía todas las pasiones de la naturaleza humana. David dice de sí mismo: «En maldad nací yo; y en pecado me concibió mi madre» (Sal. 51:5). –Cristo y su Justicia, E.J. Waggoner -cap. 5, p. 18.2

? Que Dios nos santifique e ilumine en el conocimiento de la verdadera naturaleza de Hijo unigénito encarnado entre los hombres.

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