INTRODUCCIÓN

  1. Estamos viviendo en el final del sexto sello. Ya se han cumplido los cinco sellos anteriores y la mitad del sexto sello.
  2. Ya está por desaparecer las islas y enrollarse el cielo. Ya está por llegar la ira del Cordero.
  3. Ya están por soltarse los cuatro vientos de destrucción, de pestes, de guerra, etc.
  4. Somos testigos de cómo se han aflojado los vientos de guerra ahora en el medio oriente por el cual se acerca aún más el Armagedón.
  5. Queda un corto tiempo para que se termine la obra de sellamiento que detiene a los cuatro vientos de destrucción.
  6. Este sellamiento tiene por objetivo poner el sello que preservará a los siervos fieles de esa destrucción y castigo venidero. Esto es análogo a la salvación por el sello de la sangre del Cordero en la plaga de la muerte de los primogénitos en Egipto.
  7. El sello contiene nombre, cargo y jurisdicción. La Escritura dice que está en la ley moral (Isa 8.16), y es el sábado semanal (Éxodo 31.13-15; Ezequiel 20.20). Y justo el mandamiento del sábado (Éxodo 20.8-11) contiene el nombre (Jehová), el cargo (Creador), y la jurisdicción (cielos y tierra). El sello NO está en la ley ritual o de Moisés, ni en los sábados anuales o días de fiesta. Y el verdadero sábado es aquel que se santifica para el Creador: Jesús por orden de su Padre creando con el poder de su espíritu santo como aliento.
  8. Por tanto solo serán salvos 144000 de todo Israel (del mundo cristiano). Solo los que acepten el mensaje del sellamiento (mensaje del tercer ángel), los que acepten el sello y acepten al ángel sellador (predicadores del santuario celestial, la ley moral y el sábado semanal).

ACEPTAR EL SELLO Y ESTAR SIENDO SELLADO

  1. Pero no es suficiente con solo aceptar el sello. El sellamiento no es algo puntual, no es algo que se coloca de manera instantánea. Es el resultado de mantener el sello sobre la superficie por un tiempo. Por eso, es necesario recibir el sello, y mantener el sello, es decir, estar siendo sellado.
  2. Recibir el sello y estar siendo sellado es guardar el sábado. Guardar el sábado (4to mandamiento), es guardar toda la ley. Significa que la ley está siendo escrita en el corazón (Jeremías 31.33; Hebreos 8.10; 10.16). Y esto significa la transformacionales de nuestro carácter.

SELLAMIENTO Y JUSTICIA

  1. Estar siendo sellado, es estar guardando la ley, es estar manifestando la justicia. Toda injusticia es pecado (1 Juan 5.17). Pecado es transgresión de la ley (1 Juan 3.4). Por tanto, toda injusticia es transgresión de la ley. Y por tanto, toda justicia es obediencia a la ley. Es justicia guardar la ley, es justicia guardar el sábado. Es justicia estar siendo sellado.
  2. Pero nuestras justicias (nuestra obediencia, nuestra observancia de la ley y del sábado) es inmundicia (Isaías 64.6). Lo cual también nos dice que nuestro sellamiento, es inmundicia.
  3. La única obediencia a la ley que Dios acepta, la única observancia del sábado que Dios acepta, es la obediencia de Cristo, es la observancia del sábado y de todos los mandamientos como Cristo lo hizo. El único sellamiento que vale, es el sellamiento de la ley De Dios a la manera de Cristo.
  4. Por nosotros mismos y con nuestro poder es imposible guardar la ley como Cristo. Venimos esclavos al pecado desde que nacemos y sin poder resistirnos a su poder (Romanos 7). Estamos condenados y por eso necesitamos ser justificados, para poder obrar justicia.
  5. Ser justificados significa ser hecho justo. Solo cuando seamos hechos justos, podremos obrar justicia. Y obrar justicia es guardar la ley, guardar el sábado. Por lo tanto, si somos hechos justos (justificados) y nos mantenemos justificados; podremos guardar el sábado y mantenernos así. De ese modo, la ley será escrita en nuestro corazón, recibiremos el sello De Dios.

¿QUÉ ES LA JUSTICIA Y CÓMO RECIBIRLA?

  1. La justicia es santidad, semejanza a Dios; y “Dios es amor”. Es conformidad a la ley de Dios, “porque todos tus mandamientos son justicia” y “el amor pues es el cumplimiento de la ley”. La justicia es amor, y el amor es la luz y la vida de Dios. La justicia de Dios está personificada en Cristo. Al recibirlo, recibimos la justicia. . DMJ 20.4 https://m.egwwritings.org/es/book/175.100

¿CUÁL ES EL CRISTO QUE DEBEMOS RECIBIR?

  1. En su gran misericordia el Señor envió un preciosísimo mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones. Este mensaje tenía que presentar en forma más destacada ante el mundo al sublime Salvador, el sacrificio por los pecados del mundo entero. Presentaba la justificación por la fe en el Garante; invitaba a la gente a recibir la justicia de Cristo, que se manifiesta en la obediencia a todos los mandamientos de Dios. TM 91.2 – https://m.egwwritings.org/es/book/1773.557
  2. Entonces, al recibir a Waggoner y Jones (y el mensaje dado por ellos), recibo al Cristo que ellos predicaron. Y al recibir a Cristo recibo su justicia. Y al recibir su justicia, puedo guardar todos los mandamientos De Dios (incluyendo el sábado que es el sello). Y así es que estoy siendo sellado.
  3. ¿Y cuál es la impronta que deja el sello en la frente de los 144000? Apo 14:1 Y MIRÉ, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes.
  4. Todos los que acepten ese sello y lo manifiesten en su vida, recibirán la escritura en su frente que Apoc 14.1 dice que logran los 144000: el nombre de Dios Padre y de su Hijo.

Los 144.000 tenían el nombre de su Padre en sus frentes, y estaban sellados en sus frentes con el sello del Dios viviente. Más adelante en nuestro estudio, cuando consideremos en qué consiste el nombre de Dios, comprenderemos qué es el sello de Dios. El sello de Dios es precisamente aquello que nos trae su nombre, aquello que pone su nombre en nuestras mentes, sobre nosotros y en nosotros.
Vayamos ahora a Éxodo 3:13 y 14. Se trata del episodio en que el Señor apareció a Moisés en la zarza ardiente, enviándolo a que librara de Egipto a su pueblo. “Dijo Moisés a Dios: –Si voy a los hijos de Israel y les digo: ‘Jehová, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a vosotros’, me preguntarán: ‘¿Cuál es su nombre?’. Entonces, ¿qué les responderé? Respondió Dios a Moisés: –‘Yo soy el que soy’. Y añadió: –Así dirás a los hijos de Israel: ‘“Yo soy” me envió a vosotros’”. Hasta aquí el Señor no le había dicho más que eso, tal como leemos en el versículo 6: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”.
Repito: Moisés pregunta: ‘Cuando vaya a los hijos de Israel diciéndoles que el Dios de sus padres me ha enviado a ellos y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les responderé? Entonces Dios dijo a Moisés: “‘Yo soy el que soy’. Y añadió: –Así dirás a los hijos de Israel: ‘“Yo soy” me envió a vosotros’. Además, dijo Dios a Moisés: –Así dirás a los hijos de Israel: ‘Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos” (vers. 15).
¿Cuál es su nombre? “YO SOY EL QUE SOY”. Dijo –y ellos lo sabían-, que era “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”, y el Dios de sus padres. Los israelitas sabían que sus padres tenían un Dios al que adoraban. Habían oído hablar del Dios de sus padres. Lo recordaban, aunque de forma lejana, pero ahora les es revelado que el Dios de sus padres es el Dios cuyo nombre es “YO SOY EL QUE SOY”, y precisamente ese “es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”.
Por consiguiente, el nombre y el memorial de Dios van juntos. Pero su nombre no es simplemente “Yo soy”, sino “Yo soy el que soy”. ‘Yo soy {precisamente} aquello que soy’. No consideró suficiente con decir a los hombres que él es, sino que a fin de que nuestro conocimiento de él nos haga un bien, necesitamos saber que él es quien es {necesitamos saber quien / cómo es}. No nos basta simplemente con saber acerca de la existencia de Dios, sino que necesitamos saber quién es y el sentido de su existencia en relación con nosotros. Por lo tanto, no dijo meramente “Yo soy”, sino “Yo soy el que soy”, o ‘Yo soy lo que soy’. Ese es su nombre, y si queremos realmente conocerlo, hemos de saber, no solamente que él existe, sino que él es quien es; y no lo conocemos hasta que no sepamos quién es él. MTA-1893 235.3-MTA-1893 236.1

https://m.egwwritings.org/es/book/14396.1810

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