Mat 16:19 Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Así lo dice el Papa:

“553. Jesús ha confiado a Pedro una autoridad específica: “A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 19). El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. Jesús, “el Buen Pastor” (Jn 10, 11) confirmó este encargo después de su resurrección: “Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17). El poder de “atar y desatar” significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jesús confió esta autoridad a la Iglesia por “el ministerio de los apóstoles (cf Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro, el único a quien Él confió explícitamente las llaves del Reino.” (Fragmento de Catecismo de la Iglesia Católica).

“881. El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf Jn 21, 15-17). “Está claro que también el Colegio de los apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro” (Fragmento de Catecismo de la Iglesia Católica).

1) ¿Es así o no?

  • En Mateo 16.19 se dice que a Pedro le daría esa llave y con ello tendría el poder de atar y desatar.
    • Pero al ver otros versículos, entendemos que no fue a Pedro, sino a la iglesia:
    • Mat 18:15 Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve, y redargúyele entre ti y él solo: si te oyere, has ganado á tu hermano. Mat 18:16 Mas si no te oyere, toma aún contigo uno ó dos, para que en boca de dos ó de tres testigos conste toda palabra. Mat 18:17 Y si no oyere á ellos, dilo á la iglesia: y si no oyere á la iglesia, tenle por étnico y publicano. Mat 18:18 De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.
    • En Mateo 18 se dice que esta autoridad de atar y desatar la tiene la iglesia y no un solo hombre.
    • En ese contexto, se ve que atar y desatar es a la iglesia.
    • Es decir, si un hermano persiste en pecar, y si la iglesia ha dado todos los pasos posibles y aún así sigue, se puede borrar o desfraternizar (tenerle no como hermano, sino como gentil o publicano-Mateo 18.18).
    • La iglesia tiene la autoridad de atar miembros a ella y de desatar miembros de ella.
    • La autoridad NO está en un solo hombre, o en un cuerpo de hombres. Está en la iglesia en pleno.

2) ¿Atar y desatar qué es? ¿Solo a Pedro?

Mat 16:19 Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Tener las llaves —> Poder de atar y desatar.

Mat 18:17 Y si no oyere á ellos, dilo á la iglesia: y si no oyere á la iglesia, tenle por étnico y publicano. Mat 18:18 De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.

Poder de atar y desatar dado a toda la iglesia

Atar y desatar = perdonar al arrepentido y sigue hermano; o no perdona porque no se arrepintió y ya no es más hermano sino gentil o publicano.

Jua 20:22 Y como hubo dicho esto, sopló, y díjoles : Tomad el Espíritu Santo:

Jua 20:23 A los que remitiereis los pecados, les son remitidos: á quienes los retuviereis, serán retenidos.

Poder de perdonar y retener los pecados dado a los doce.

Deben estar llenos del Espíritu Santo.

3) ¿Las llaves son solo a Pedro?

Al ver que las llaves dan autoridad de atar y desatar, y que es mantener un miembro en la iglesia o no; se entiende que la llave no fue dada solamente a Pedro, sino a toda la iglesia.

Nota

Esto no solo es la comisión de Dios y declaración de hechos con respecto a Pedro, sino que las mismas palabras también se dicen a los otros discípulos. Juan 20:23: «A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos.» Véase también Marcos 16:15-16, cuyo último texto es clave para entender el asunto. El verdadero poder para absolver o condenar, para aceptar o rechazar, se encuentra en la palabra que lleva el mensaje. Pedro fue un mensajero aprobado por Dios; también lo fueron los otros discípulos; así lo es todo verdadero ministro de Jesucristo. Ese ministro es responsable por la palabra que pronuncia. Tendrá que rendir cuentas a Dios de la manera en que la ha presentado; y así como debe rendir cuentas a Dios del mensaje que lleva, también cada alma que escucha ese mensaje debe rendir cuentas a Dios del mensaje que oye. Ese mensajero puede declarar, con plena autoridad, que la aceptación del evangelio significa justificación, perdón de pecados, salvación. Puede declarar, con plena autoridad, que el rechazo de ese mensaje significa condenación y pérdida de la vida eterna. Y así, por el mismo mensaje que lleva, se convierte en atador o desatador de almas. La misma verdad se expresa en la comisión que Dios dio a Jeremías: «He aquí, he puesto mis palabras en tu boca. Mira, te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.» Jeremías 1:9-10. ¿Cómo hizo esto? —Por el mensaje que llevó, como declara en el capítulo 18:7-10: «En cualquier momento que hable acerca de una nación o de un reino, para arrancar, para destruir y para arruinar; si esa nación contra la cual he hablado se convierte de su maldad, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerle. Y en cualquier momento que hable acerca de una nación o de un reino, para edificar y para plantar; si hace lo malo ante mis ojos, no obedeciendo mi voz, entonces me arrepentiré del bien con que había dicho que los beneficiaría.» Jeremías estableció o derribó naciones, no por algún poder dado a él como individuo, sino por el mensaje que llevó; y así los siervos de Dios, quienesquiera que sean, tienen poder para atar o desatar almas por el mensaje que Dios les da (Q&A, p. 57).

“Las llaves del reino de los cielos” son las palabras de Cristo. Todas las palabras de la Santa Escritura son suyas y están incluídas en esa frase. Esas palabras tienen poder para abrir y cerrar el cielo. Declaran las condiciones bajo las cuales los hombres son recibidos o rechazados. Así la obra de aquellos que predican la Palabra de Dios tiene sabor de vida para vida o de muerte para muerte. La suya es una misión cargada de resultados eternos. DTG 382.2

El Salvador no confió la obra del Evangelio a Pedro individualmente. En una ocasión ulterior, repitiendo las palabras que fueron dichas a Pedro, las aplicó directamente a la iglesia. Y lo mismo fué dicho en substancia también a los doce como representantes del cuerpo de creyentes. Si Jesús hubiese delegado en uno de los discípulos alguna autoridad especial sobre los demás, no los encontraríamos contendiendo con tanta frecuencia acerca de quién sería el mayor. Se habrían sometido al deseo de su Maestro y habrían honrado a aquel a quien él hubiese elegido. DTG 382.3 En vez de nombrar a uno como su cabeza, Cristo dijo de los discípulos: “No queráis ser llamados Rabbí;” “ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.”9 DTG 382.4 “Cristo es la cabeza de todo varón.” Dios, quien puso todas las cosas bajo los pies del Salvador, “diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos.”10 La iglesia está edificada sobre Cristo como su fundamento; ha de obedecer a Cristo como su cabeza. No debe depender del hombre, ni ser regida por el hombre. Muchos sostienen que una posición de confianza en la iglesia les da autoridad para dictar lo que otros hombres deben creer y hacer. Dios no sanciona esta pretensión. El Salvador declara: “Todos vosotros sois hermanos.” Todos están expuestos a la tentación y pueden errar. No podemos depender de ningún ser finito para ser guiados. La Roca de la fe es la presencia viva de Cristo en la iglesia. De ella puede depender el más débil, y los que se creen los más fuertes resultarán los más débiles, a menos que hagan de Cristo su eficiencia. “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo.” El Señor “es la Roca, cuya obra es perfecta.” “Bienaventurados todos los que en él confían.”11 DTG

Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he llamado.” HAp 132.1 Dios ha constituído a su iglesia en la tierra en un canal de luz, y por su medio comunica sus propósitos y su voluntad. El no dará a uno de sus siervos una experiencia independiente de la iglesia y contraria a la experiencia de ella. No da a conocer a un hombre su voluntad para toda la iglesia, mientras la iglesia—el cuerpo de Cristo—sea dejada en tinieblas. En su providencia, coloca a sus siervos en estrecha relación con su iglesia, a fin de que tengan menos confianza en sí mismos y mayor confianza en otros a quienes él está guiando para hacer adelantar su obra. HAp 132.2 Siempre ha habido en la iglesia quienes se inclinan constantemente a la independencia individual. Parecen incapaces de comprender que la independencia de espíritu puede inducir al agente humano a tener demasiada confianza en sí mismo, y a confiar en su propio juicio más bien que respetar el consejo y estimar debidamente el juicio de sus hermanos, especialmente de aquellos que ocupan los puestos que Dios ha señalado para la dirección de su pueblo. Dios ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder, que nadie tiene derecho de desatender y despreciar; porque el que lo hace desprecia la voz de Dios. Los que se inclinan a considerar su juicio individual como supremo están en grave peligro. Es un plan estudiado de Satanás separarlos de aquellos que son canales de luz y por medio de quienes Dios ha obrado para unificar y extender su obra en la tierra. Descuidar o despreciar a aquellos a quienes Dios ha señalado para llevar las responsabilidades de la dirección en relación con el avance de la verdad, es rechazar los medios que ha dispuesto para ayudar, animar y fortalecer a su pueblo. El que cualquier obrero de la causa de Dios pase por alto a los tales y piense que la luz divina no puede venir por ningún otro medio que directamente de Dios, es colocarse en una posición donde está expuesto a ser engañado y vencido por el enemigo. El Señor en su sabiduría ha dispuesto que por medio de la estrecha relación que deberían mantener entre sí todos los creyentes, un cristiano esté unido a otro cristiano, y una iglesia a otra iglesia. Así el instrumento humano será capacitado para cooperar con el divino. Todo agente ha de estar subordinado al Espíritu Santo, y todos los creyentes han de estar unidos en un esfuerzo organizado y bien dirigido para dar al mundo las alegres nuevas de la gracia de Dios. HAp 133.1

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