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HABLAR DE MI HERMANO O CON MI HERMANO.

Lectura Bíblica: Mateo 18.21-22.

Himno de Apertura: Ama a tus prójimos.

Introducción:

  • 10 mil talentos = 340 mil kg de plata = 10 mil jornaleros durante 20 años.
  • 100 denarios = 3 meses y medio de salario mínimo.

Estructura del contexto:

  1. ¿Quién es el mayor?: Los niños en la fe y no debemos perderlos (Mateo 18.1-11).
  2. La Oveja perdida: si se descarría hay que ir a buscarlos prioritariamente (Mateo 18.12-14).
  3. Buscar el descarriado: ahora va a explicar el cómo rescatar al hermano, el camino de la amonestación (Mateo 18.15-20).
  4. Cierre, llamado: ¿cuántas veces debemos perdonar? 490 veces. MI perdón o justificación depende si perdono 490 veces a mi hermano (Mateo 18.21-35).

Desarrollo del tema: Punto 3 – EL CAMINO DE LA AMONESTACIÓN, DISCIPLINA Y PERDÓN.

POR TANTO:

  • Conecta con lo anterior.
  • Es una conclusión del tema de quién es mayor en el reino de los cielos.
  • Y una conclusión de la oveja perdida.

“Al tratar con los miembros de la iglesia que yerran, el pueblo de Dios debe seguir cuidadosamente las instrucciones dadas por el Salvador en el capítulo 18 de Mateo.

Los seres humanos son propiedad de Cristo, comprados por él a un precio infinito, y vinculados con él por el amor que él y su Padre han manifestado hacia ellos. ¡Cuán cuidadosos debemos ser, pues, en nuestro trato unos con otros! Los hombres no tienen derecho a sospechar el mal con respecto a sus semejantes. Los miembros de la iglesia no tienen derecho a seguir sus propios impulsos e inclinaciones al tratar con miembros que han errado. No deben siquiera expresar sus prejuicios acerca de los que erraron; porque así ponen en otras mentes la levadura del mal. Los informes desfavorables de un hermano o hermana de la iglesia se comunican de unos a otros miembros. Se cometen errores e injusticias porque algunos no quieren seguir las instrucciones dadas por el Señor Jesús.

“Si tu hermano pecare contra ti—declaró Cristo,—ve, y redargúyele entre ti y él solo.” Mateo 18:15.

SI TU HERMANO PECA CONTRA TÍ.

  • Se trata de si transgrede un mandamiento que te afecte.
  • Si viola la ley, solo se limita a la ley.
  • No tiene que ver con si pone a un lado tradiciones, o interpretaciones, o percepciones.
  • Tampoco tiene que ver con doctrina.
  • Es claro, es pecado, es transgresión de la ley.
  • Comienza con reprensión y termina con disciplina y perdón.

VE Y REDARGÚYELE ENTRE TÍ Y ÉL SOLO.

  • Debemos ir y no esperar que venga.
  • Este el inicio de un proceso.
  • El objetivo es el arrepentimiento del hermano.
  • Si otra cosa hay en el corazón, el proceso queda anulado.
  • Debemos ir a redarguirlo, no a acusarlo ni condenarlo.
  • Esta es la verdadera amonestación o reprensión.
  • Es de dos personas.
  • No hay excusas que valgan ante Dios.
  • Redargüir es con la ayuda de la palabra y del Espíritu, dando razones de lo malo que hace y con las consecuencias negativas.
  • Debe ser entre él y yo solo.
  • NO debe haber otra persona.
  • No debemos decirlo a otra persona ( sea o no de la Iglesia).

“No habléis del mal a otro. Si este mal es contado a una persona, luego a otra, y aun a otra, el informe crece continuamente, y el daño aumenta hasta que toda la iglesia tiene que sufrir. Arréglese el asunto “entre ti y él solo.” Tal es el plan de Dios. “No salgas a pleito presto, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya dejado confuso. Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro.” Proverbios 25:8, 9. No toleréis el pecado en vuestro hermano; pero no lo expongáis ni aumentéis la dificultad haciendo que la reprensión parezca como una venganza. Corregidle de la manera esbozada en la Palabra de Dios.

No permitáis que el resentimiento madure en malicia. No dejéis que la herida se infecte y reviente en palabras envenenadas que manchen la mente de quienes las oigan. No permitáis que los pensamientos amargos continúen embargando vuestro ánimo y el suyo. Id a vuestro hermano, y con humildad y sinceridad habladle del asunto.

Cualquiera que sea el carácter de la ofensa, no cambia el plan que Dios trazó para el arreglo de las desinteligencias e injurias personales. El hablar a solas y con el espíritu de Cristo a aquel que faltó eliminará la consiguiente dificultad. Id a aquel que erró, con el corazón lleno del amor y la simpatía de Cristo, y tratad de arreglar el asunto. Razonad con él con calma y tranquilidad. No dejéis escapar de vuestros labios palabras airadas. Hablad de una manera que apele a su mejor criterio. Recordad las palabras: “Sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5:20.

Llevad a vuestro hermano el remedio que curará la enfermedad del desafecto. Haced vuestra parte para ayudarle. Por amor a la paz y unidad de la iglesia, considerad este proceder tanto un privilegio como un deber. Si él os oye, le habréis ganado como amigo.

https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1132#1133

https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1132#1139

((Con espíritu de mansedumbre, “considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado,” ve al que yerra, y “redargúyele entre ti y él solo.” No le avergüences exponiendo su falta a otros, ni deshonres a Cristo haciendo público el pecado o error de quien lleva su nombre. Con frecuencia hay que decir claramente la verdad al que yerra; debe inducírsele a ver su error para que se reforme. Pero no hemos de juzgarle ni condenarle. No intentemos justificarnos. Sean todos nuestros esfuerzos para recobrarlo. Para tratar las heridas del alma se necesita el tacto más delicado, la más fina sensibilidad. Lo único que puede valernos en esto es el amor que fluye del que sufrió en el Calvario. Con ternura compasiva, trate el hermano con el hermano, sabiendo que si tiene éxito “salvará un alma de muerte” y “cubrirá multitud de pecados.” DTG Cap 48, p.408))((https://m.egwwritings.org/es/book/174.2082#2133))

Interés del cielo

Todo el cielo está interesado en la entrevista entre aquel que ha sido perjudicado y el que está en error. Y cuando el que erró acepta la reprensión ofrecida con el amor de Cristo y, reconociendo su error, pide perdón a Dios y a su hermano, la alegría del cielo llena su corazón. La controversia terminó. La amistad y la confianza quedaron restauradas. El aceite del amor elimina la irritación causada por el mal. El Espíritu de Dios liga un corazón al otro; y hay en el cielo música por la unión realizada. https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1140#1141

Mientras los que están así unidos en la comunión cristiana ofrecen oración a Dios y se comprometen a obrar con justicia, a amar la misericordia y a andar humildemente con Dios, reciben gran bendición. Si han perjudicado a otros, continúen la obra de arrepentimiento, confesión y restitución, plenamente resueltos a hacerse bien unos a otros. Este es el cumplimiento de la ley de Cristo. https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1140#1142

“SI TE OYERE, HAS GANADO A TU HERMANO”

  • No hay disciplina.
  • No hay castigo.
  • Ningún efecto.
  • Ninguna destitución.
  • Ejemplo: David, Pedro.

“Mas si no te oyere, toma aun contigo uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.” Mateo 18:16. Tomad con vosotros personas de ánimo espiritual, y hablad de su mal al que erró. Tal vez ceda a las súplicas unidas de sus hermanos. Al ver cómo ellos están de acuerdo en el asunto, tal vez su mente quede iluminada. https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1140#1145

((Pero aun este esfuerzo puede ser inútil. Entonces, dijo Jesús, “toma aún contigo uno o dos.” Puede ser que su influencia unida prevalezca donde la del primero no tuvo éxito. No siendo partes en la dificultad, habrá más probabilidad de que obren imparcialmente, y este hecho dará a su consejo mayor peso para el que yerra. DTG 408.3 – https://m.egwwritings.org/es/book/174.2082#2134 ))

“Y si no oyere a ellos (TESTIGOS),” ¿qué debe hacerse? ¿Tendrán que asumir algunas personas de la junta directiva la responsabilidad de despedir de la iglesia al que erró?

“Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia.” Mateo 18:17. Tome la iglesia un acuerdo con respecto a sus miembros.

“…y si no oyere a la iglesia, tenle por étnico y publicano.” Mateo 18:17.

Si él no quiere escuchar a la iglesia, si rechaza todos los esfuerzos hechos por salvarle, a la iglesia incumbe la responsabilidad de separarle de su comunión. Su nombre debe entonces borrarse de los libros.

Ningún dirigente de la iglesia debe aconsejar, ninguna junta directiva recomendar, ni ninguna iglesia votar que el nombre de una persona que obra mal sea excluído de los libros de la iglesia, hasta que se hayan seguido fielmente las instrucciones dadas por Cristo. Cuando estas instrucciones se hayan cumplido, la iglesia queda justificada delante de Dios. El mal debe, pues, presentarse tal cual es, y debe ser suprimido, a fin de que no se propague. La salud y la pureza de la iglesia deben ser preservadas, para que ella aparezca delante de Dios sin mancha, revestida del manto de la justicia de Cristo.

Si el que erró se arrepiente y se somete a la disciplina de Cristo, se le ha de dar otra oportunidad. Y aun cuando no se arrepienta, aun cuando quede fuera de la iglesia, los siervos de Dios tienen todavía una obra que hacer en su favor. Han de procurar fervientemente que se arrepienta. Y por grave que haya sido su ofensa, si él cede a las súplicas del Espíritu Santo y, confesando y abandonando su pecado, da indicios de arrepentimiento, se le debe perdonar y darle de nuevo la bienvenida al redil. Sus hermanos deben animarle en el buen camino, tratándole como quisieran ser tratados si estuviesen en su lugar, considerándose a sí mismos, no sea que ellos sean tentados también. https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1140#1149

((Si no quiere escucharlos, entonces, pero no antes, se debe presentar el asunto a todo el cuerpo de creyentes. Unanse los miembros de la iglesia, como representantes de Cristo, en oración y súplica para que el ofensor sea restaurado. El Espíritu Santo hablará por medio de sus siervos, suplicando al descarriado que vuelva a Dios. El apóstol Pablo, hablando por inspiración, dice: “Como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” El que rechaza este esfuerzo conjunto en su favor, ha roto el vínculo que le une a Cristo, y así se ha separado de la comunión de la iglesia. Desde entonces, dijo Jesús, “tenle por étnico y publicano.” Pero no se le ha de considerar como separado de la misericordia de Dios. No lo han de despreciar ni descuidar los que antes eran sus hermanos, sino que lo han de tratar con ternura y compasión, como una de las ovejas perdidas a las que Cristo está procurando todavía traer a su redil.

La instrucción de Cristo en cuanto al trato con los que yerran repite en forma más específica la enseñanza dada a Israel por Moisés: “No aborrecerás a tu hermano en tu corazón: ingenuamente reprenderás a tu prójimo, y no consentirás sobre él pecado.” Es decir, que si uno descuida el deber que Cristo ordenó en cuanto a restaurar a quienes están en error y pecado, se hace partícipe del pecado. Somos tan responsables de los males que podríamos haber detenido como si los hubiésemos cometido nosotros mismos.

Pero debemos presentar el mal al que lo hace. No debemos hacer de ello un asunto de comentario y crítica entre nosotros mismos; ni siquiera después que haya sido expuesto a la iglesia nos es permitido repetirlo a otros. El conocimiento de las faltas de los cristianos será tan sólo una piedra de tropiezo para el mundo incrédulo; y espaciándonos en estas cosas no podemos sino recibir daño nosotros mismos; porque contemplando es como somos transformados. Mientras tratamos de corregir los errores de un hermano, el Espíritu de Cristo nos inducirá a escudarle en lo posible de la crítica aun de sus propios hermanos, y tanto más de la censura del mundo incrédulo. Nosotros mismos erramos y necesitamos la compasión y el perdón de Cristo, y él nos invita a tratarnos mutuamente como deseamos que él nos trate. – DTG Cap 48, p. 408-409 – https://m.egwwritings.org/es/book/174.2082#2139 ))

“De cierto os digo—continuó Cristo,—que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.” Mateo 18:18. https://m.egwwritings.org/es/book/1694.1140#1152

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