Título: “El Propósito y la Deformación del Santuario”
Introducción
El santuario terrenal, construido bajo la dirección de Moisés, no era un simple lugar de adoración; era un bosquejo del verdadero santuario celestial donde Dios mismo mora. En Hebreos 8:5, se nos dice que el santuario terrenal era una “sombra de las cosas celestiales”. Todo su diseño y funciones eran símbolos proféticos que mostraban cómo Dios iba a tratar con el pecado de la humanidad.
Este santuario terrenal tenía un propósito principal: mostrar a Israel (y a nosotros) el plan de redención. Desde los sacrificios diarios hasta el solemne Día de la Expiación, Dios reveló su amor y su justicia al lidiar con el pecado.
Sin embargo, como veremos en Ezequiel 8, el pueblo de Israel deformó este propósito al introducir idolatría, alejando la presencia de Dios de Su santuario. Este mensaje no es solo histórico, sino también una advertencia para nosotros hoy.
Punto 1: El Propósito del Santuario
1.1. Dios habitar con nosotros
El propósito principal del santuario era ser el lugar donde Dios habitaba con Su pueblo. En Éxodo 25:8, Dios dice: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.”
• Presencia y propósito: La presencia de Dios en medio del campamento le daba a Israel un sentido de propósito y santidad. Les recordaba que eran un pueblo apartado para Él.
• La Ley y el pecado: Dentro del arca del pacto, en el Lugar Santísimo, estaban las tablas de la Ley, que revelaban el carácter santo de Dios y el pecado del pueblo. Su presencia les recordaba su necesidad de redención.
• Jesús, el tabernáculo viviente: En Juan 1:14 leemos que “el Verbo se hizo carne, y habitó (literalmente, ‘tabernaculizó’) entre nosotros”. Jesús vino a cumplir el propósito del santuario, revelando la gloria de Dios, enseñándonos Su Ley, y mostrando nuestra necesidad de arrepentimiento.
• El verdadero santuario celestial: Ahora, Dios mora en el verdadero santuario celestial (Hebreos 8:1-2). Por medio del Espíritu Santo, también nos ha elevado a los “lugares celestiales” en Cristo (Efesios 2:6), haciendo posible que vivamos en comunión con Él.
1.2. Dios toma nuestro pecado y lo guarda en el santuario diariamente
En el santuario terrenal, el pecado del pueblo era transferido simbólicamente al santuario por medio de los sacrificios diarios. Esto prefiguraba la obra de Cristo como nuestro Cordero y Sumo Sacerdote.
• El santuario celestial inaugurado por Cristo: En Su ascensión, Jesús entró en el santuario celestial como nuestro Mediador (Hebreos 9:24). Él lleva y deposita allí los pecados de todos los que lo aceptan como Cordero y como Sacerdote.
• La intercesión de Cristo: Hebreos 7:25 nos asegura que Él vive para interceder por nosotros, tomando nuestros pecados y cubriéndolos con Su sacrificio perfecto.
• Aplicación práctica: Gracias a esta obra diaria de intercesión, podemos acercarnos al trono de la gracia con confianza, sabiendo que nuestros pecados están cubiertos (Hebreos 4:16).
1.3. El Día de Expiación simbólico y la obra de Cristo desde 1844
El Día de la Expiación en el santuario terrenal simbolizaba la purificación final del pecado. Levítico 16 detalla cómo los pecados transferidos al santuario durante el año eran quitados en este día, marcando una separación definitiva entre el pecado y el pueblo de Dios.
• La obra de Cristo en el Lugar Santísimo: Este evento era una sombra de la obra que Cristo comenzó en 1844 al entrar al Lugar Santísimo del santuario celestial, como lo enseñan Daniel 8:14 y Hebreos 9:23. Desde entonces, Cristo está “limpiando el santuario” al interceder y separar los pecados confesados de su pueblo.
• El juicio investigativo: Este proceso no solo purifica a los creyentes, sino que también vindica el carácter de Dios frente al universo, mostrando que Su justicia y misericordia son perfectas.
• Aplicación final: Esto nos llama a vivir en arrepentimiento continuo, sabiendo que estamos en un tiempo solemne en el plan de salvación.
Mini-conclusión del punto 1:
El propósito del santuario es profundo: mostrar cómo Dios trata con nuestro pecado y restaura Su relación con nosotros. Pero cuando este propósito es ignorado o deformado, el resultado es la separación de Su presencia, como veremos en el siguiente punto.
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Punto 2: La Deformación del Santuario
Introducción al punto:
Aunque el propósito del santuario era mostrar la manera en que Dios trata con el pecado, el pueblo de Israel deformó ese propósito al llenar el santuario de abominaciones. Como vemos en Ezequiel 8, el templo dejó de ser un lugar santo para convertirse en un espacio profano, lleno de idolatría. Esto no solo alienó al pueblo de Dios, sino que también trajo juicio sobre ellos.
Esta deformación no solo ocurrió en tiempos de Israel; sigue siendo una realidad hoy, donde muchas corrientes religiosas han pervertido el verdadero mensaje del santuario celestial y el camino de redención que Dios estableció en Cristo.
2.1. Pusieron abominaciones que alejaron a Dios de Su santuario
• Abominaciones en la entrada del templo:
Ezequiel 8:5 menciona la imagen de celos puesta en la entrada del templo. Esta imagen probablemente representaba a Astarté, una diosa pagana de la fertilidad, cuyo culto ofendía profundamente a Dios.
• Aplicación: Esta imagen simboliza la apostasía del cristianismo general que ha renunciado a Jesús encarnado como el único camino al cielo (Juan 14:6). En su lugar, han exaltado a María, asociándola con Astarté. La veneración de María incluye doctrinas como la inmaculada concepción, que la presentan como sin pecado, y títulos como “Madre de Dios”.
• Incluso dentro de los adventistas nominales, algunos han caído en una versión de esta creencia al enseñar que Jesús tuvo una “carne santa”, negando Su plena humanidad. Otros han comenzado a reverenciar indebidamente a María.
2.2. Cometieron abominaciones en el santuario
1. Establecieron oraciones a reptiles (v. 10):
Ezequiel describe a los ancianos orando a imágenes de reptiles y animales. Esto representa la renuncia a orar al Padre en el nombre del Hijo, como Jesús enseñó (Juan 14:13-14).
• Apocalipsis 8 muestra que el incienso (las oraciones de los santos) es ofrecido al Hijo, quien luego lo presenta al Padre. Sin embargo, los apóstatas han establecido intercesores alternos, como los santos católicos.
• Aplicación: Dentro de los adventistas nominales, esta abominación se refleja en la dependencia indebida de pastores como intercesores o en la práctica de dirigir oraciones al Espíritu Santo, cuando Jesús enseñó que debemos orar al Padre en Su nombre.
2. Establecieron endechas a Tammuz (v. 14):
Tammuz, el hijo de Astarté y Baal, era adorado como una deidad pagana. Las endechas o lamentos hacia él representaban una suplantación del verdadero Hijo de Dios encarnado.
• La verdadera tristeza: La verdadera endecha debe ser el arrepentimiento por nuestros pecados, que crucificaron a Jesús. Este arrepentimiento se simboliza en el bautismo, donde nos asemejamos a Su muerte y resurrección (Romanos 6:3-4), y en la Santa Cena, que recuerda Su sacrificio (1 Corintios 11:26).
• La deformación: Estas prácticas han sido pervertidas, asemejándolas a fiestas paganas en honor al “Dios Hijo” de la trinidad. El verdadero enfoque debe ser en el Hijo de Dios, quien tomó nuestra humanidad y murió por nosotros.
3. Establecieron adoración al sol (v. 16):
En el santuario terrenal, todo estaba dispuesto para que la adoración se dirigiera hacia el Lugar Santísimo, donde moraba Dios sobre los querubines. El sábado, como centro de la Ley de Dios, era fundamental en esta adoración (Éxodo 20:8-11). Sin embargo, en esta visión, los jóvenes daban la espalda al templo para adorar al sol.
• Aplicación: Esto simboliza cómo los católicos y protestantes han rechazado el mensaje del santuario celestial, aferrándose a un falso dios (la trinidad) y a su día de adoración pagano, el domingo.
• Incluso los adventistas nominales han rechazado el mensaje del primer ángel (Apocalipsis 14:7), negando el verdadero llamado a adorar a Dios como Creador y a honrar el sábado.
2.3. En el Día de la Expiación se determinó su destino
En el Día de la Expiación, el pecado era eliminado del santuario y la iniquidad transferida al macho cabrío para Azazel. Sin embargo, para los que persistían en el pecado, no había expiación.
• En Ezequiel 9, el juicio sobre el templo marca la consecuencia de esta apostasía: los idólatras llevaban su propia iniquidad, lo que significaba su destrucción.
• Solo un remanente quedó fiel, un tema que resuena en todo el mensaje de los profetas y en Apocalipsis (12:17).
Mini-conclusión del punto 2:
La deformación del santuario en tiempos de Israel es un símbolo de la apostasía actual. El llamado es claro: rechazar toda forma de idolatría y volver a la pureza del evangelio, honrando el verdadero santuario celestial y el plan redentor de Dios.
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Punto 3: En el Día de la Expiación se estaba determinando su destino
Introducción al punto:
El Día de la Expiación en el santuario terrenal constaba de dos partes:
1. La purificación del santuario: Se quitaban los pecados acumulados durante el año, transfiriéndolos fuera del santuario.
2. El juicio sobre Azazel y los impíos: Los pecados eran colocados sobre el macho cabrío para Azazel (que representa a Satanás), y este era llevado fuera del campamento junto con todos aquellos que persistían en su pecado.
En el caso de Israel, esta obra simbólica tuvo un paralelo histórico: Dios permitió que el pueblo fuera llevado cautivo por Nabucodonosor, purificando el santuario al separar a los idólatras y preservando un remanente que regresaría a reconstruir Jerusalén.
De igual manera, hoy vivimos en el Día de la Expiación final, cuando Cristo está purificando el santuario celestial y preparando a Su pueblo para Su regreso.
3.1. Purificación del santuario: quitando el pecado del pueblo
El objetivo del Día de la Expiación era purificar el santuario de los pecados que habían sido transferidos allí durante todo el año. Esto prefiguraba la obra de Cristo en el Lugar Santísimo desde 1844 (Daniel 8:14), cuando comenzó a limpiar el registro del pecado en el santuario celestial.
• Aplicación histórica: En el caso de Israel, Dios purificó Su santuario permitiendo que el juicio viniera sobre la nación mediante la invasión de Nabucodonosor. Los idólatras fueron quitados, pero un remanente fiel fue preservado para regresar y restaurar la tierra y el templo.
• Aplicación espiritual: Hoy, esta purificación implica que Cristo está separando el pecado de aquellos que lo aceptan como Salvador. Sin embargo, aquellos que no se arrepienten permanecerán con su iniquidad, enfrentando el juicio de Dios.
3.2. Juicio sobre Azazel: el destino de los impíos
La segunda parte del Día de la Expiación consistía en colocar los pecados del pueblo sobre el macho cabrío para Azazel, que simbolizaba a Satanás, y enviarlo fuera del campamento. Este acto significaba la remoción definitiva del pecado y su destino final.
• En tiempos de Israel: Los idólatras de Jerusalén que persistieron en su rebeldía fueron llevados al exilio o destruidos durante el juicio de Babilonia. Este juicio fue parte del proceso de purificación del santuario.
• En los tiempos finales: Según Ezequiel 9, aquellos que participan en las abominaciones de Babilonia moderna y no se arrepienten serán excluidos junto con Satanás. Este juicio culminará con la destrucción definitiva del pecado en el lago de fuego (Apocalipsis 20:10, 15).
3.3. El remanente fiel y el sello de Dios
Ezequiel 9 describe cómo los que “gimen y claman” contra las abominaciones recibirán un sello de protección. Este remanente no es perfecto, pero se distingue por su fidelidad al mensaje de Dios y su rechazo de la idolatría.
• Características del remanente:
• Reconocen el pecado y se apartan de él.
• Gimen y claman contra las abominaciones, es decir, no son indiferentes a la apostasía.
• Son sellados con la señal de Dios como un testimonio de su fidelidad (Apocalipsis 7:2-3).
• El llamado hoy: Abandonar toda forma de idolatría, arrepentirse de nuestras faltas, y proclamar el mensaje de los tres ángeles (Apocalipsis 14:6-12). Este llamado incluye advertir sobre el juicio venidero y clamar contra las abominaciones espirituales en el cristianismo moderno.
Mini-conclusión del punto 3:
El Día de la Expiación simboliza el proceso de purificación y juicio que Dios lleva a cabo en los últimos días. El remanente fiel será sellado y preservado, mientras que aquellos que persistan en las abominaciones serán juzgados junto con Babilonia. El llamado de Dios es claro: abandona las abominaciones, gime y clama contra ellas, y sé parte del remanente fiel que glorificará a Dios por la eternidad.
Conclusión General:
El santuario es el centro del plan de redención. Fue diseñado para habitar con nosotros, revelar el pecado y proveer un camino de restauración. Sin embargo, cuando el pueblo introduce abominaciones, como en los días de Ezequiel, el juicio es inevitable.
Hoy, Cristo está llevando a cabo la obra final de purificación en el santuario celestial. Nos llama a arrepentirnos, a apartarnos de toda idolatría y a clamar contra la apostasía, mientras nos preparamos para Su regreso.
La pregunta final es: ¿serás parte del remanente que recibe el sello de Dios, o permanecerás con tu pecado para enfrentar el juicio? ¡Hoy es el tiempo de elegir!