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Nuestro deber de estudiar los Hitos Proféticos “por nosotros mismos”
Bueno, mis hermanos, el tema de hoy, como ya hemos dicho, es el tiempo del establecimiento del Reino de Dios. El tema se llama «El Tiempo del Establecimiento del Reino de Dios: Hitos Proféticos». Hito número uno.
Queremos justamente estudiar las profecías, cómo fueron reveladas a nuestros pioneros, cómo esas visiones proféticas se les revelaron a ellos y cómo recibieron la orden de presentarlas a nosotros. Ellos, obviamente, han descansado; el último en descansar fue en 1924. Desde entonces, la profecía y la historia han seguido evolucionando, pero la profecía sigue siendo la misma. La interpretación profética ha continuado siendo la misma, y los mismos elementos que Dios les reveló a ellos se han ido cumpliendo conforme a lo que Dios había establecido.
Entonces, vamos a comenzar hoy a estudiar esto. Aquí tenemos en pantalla uno de los carteles proféticos. Hemos hecho dos carteles proféticos para tratar de explicar todas las profecías que fueron reveladas a los pioneros. Ellos hicieron un cartel donde estaban condensadas algunas profecías de Daniel y otras del Apocalipsis. Queremos establecer todas las de Daniel y todas las de Apocalipsis, y las hemos representado en dos carteles que están simultáneamente disponibles.
Hoy comenzamos con el cartel profético del libro de Daniel.
Vamos a comenzar, primeramente, con un pensamiento que conecta el tema de esta mañana con el tema de esta tarde.
“En el capítulo 58 de Isaías se especifica: «La obra de los que adoran a Dios, el hacedor de los cielos y la tierra. Los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás; el monumento de Dios. Su séptimo día de reposo será ensalzado y será llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres el Día de reposo tu pie, si dejaras de pisotearlo, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas delicia, santo, glorioso de Jehová, y lo veneras, yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, te daré a comer la heredad de Jacob tu padre, porque la boca de Jehová lo ha hablado.» Isaías 58:12-14.
Hermosa y maravillosa promesa. Estamos leyendo del libro «Mensajes Selectos», tomo 2, en la página 122. Fíjense cómo comienza. Nos dice que el capítulo 58 especifica la obra de los que adoran a Dios, el creador, es decir, el verdadero Dios. Los que adoramos al verdadero Dios tenemos esta obra. Y sigue diciendo que aquí se revela claramente la historia de la iglesia y del mundo: los que son leales y los que son desleales. Los que son leales, al escuchar la proclamación del mensaje del tercer ángel, han vuelto sus pasos hacia el camino de los mandamientos de Dios para respetar, honrar y glorificar al que creó los cielos y la tierra. Ahí está como conecta lo que hicimos esta mañana, conectando Isaías 58, el sábado, el creador, con el mensaje del primer ángel. Por lo tanto, el primer ángel es el cumplimiento de esos que son restauradores y la primera obra de restauración tiene que ver con el sábado.
Ahora, miren lo que sigue diciendo en ese mismo libro, unos párrafos más adelante. Hemos leído el párrafo en la página 122, párrafos 1 y 2. Ahora, en la misma línea de pensamiento, en la página 127, cinco páginas más adelante, dice lo siguiente:
«Ese mismo Satanás trabaja actualmente para debilitar la fe del pueblo de Dios. Hay personas que están listas para apoderarse de cada idea novedosa. Las profecías de Daniel y Apocalipsis son malinterpretadas. Estas personas no consideran que la verdad ha sido establecida en el momento preciso por los mismos hombres a quienes Dios guiaba para que llevaran a cabo esta obra especial.»
Noten lo que está diciendo. Está presentando la obra del día y sobre quién dice que hay personas que están buscando nuevas ideas, algo novedoso para llamar la atención de las personas. Entonces, dice que esas personas no consideran cómo se estableció la obra. La obra de los adventistas, los fundamentos, y luego dice que esos hombres, los hombres que Dios guió, siguieron paso a paso el cumplimiento de las profecías. ¿Quiénes son esos hombres? Obviamente, está hablando de los pioneros, porque ellos vieron el cumplimiento de las profecías en el pasado y las que se estaban cumpliendo en su momento.
Los que fueron testigos del cumplimiento del primer ángel, los que fueron testigos del cumplimiento de la profecía del segundo ángel y los que fueron testigos del cumplimiento de la profecía del tercer ángel, esos hombres siguieron paso a paso el cumplimiento de las profecías. De modo que, dice aquí, para ti y para mí, hermana y hermano, de modo que los que no han tenido experiencia personal en esta obra, o sea, los que no somos pioneros, debemos aceptar la palabra de Dios y creer en la palabra de ellos. Y nota que esto está entre comillas porque es parte de la oración que hace Cristo a su Padre en Juan 17, cuando se refiere a los apóstoles. Le dice: «Te doy gracias, Señor. Te ruego por esto que me has dado y por los que han de creer en mí por la palabra de ellos». Es decir, los que han de creer en mí no porque me vieron, sino porque escucharon la palabra de ellos, de los apóstoles. Ella toma esa frase que se refiere a los apóstoles y la aplica a los pioneros, dándonos a entender que los pioneros son, por así decirlo, los nuevos apóstoles, los apóstoles del adventismo, y que ellos, así como los apóstoles de Cristo, tuvieron experiencia personal en el cumplimiento de la profecía de Daniel capítulo 9, cuando se cumplió el Mesías. Ellos fueron testigos del Mesías ungido porque vino el Espíritu Santo y lo ungió con poder, como dice Pedro en Hechos 10. Así como los apóstoles fueron testigos de eso y experimentaron personalmente no solamente el cumplimiento de esa profecía, sino también el cumplimiento de la profecía que dice que a la mitad de la semana cesaría el sacrificio y la ofrenda, y fueron testigos, además, del cumplimiento cuando, en el año 34, finalizó el tiempo para los judíos con la muerte de Esteban. Así como ellos tuvieron esa experiencia personal, también los pioneros tuvieron experiencia personal en el cumplimiento de las profecías del mensaje del primer, segundo y tercer ángel. Por eso ella hace esa analogía y dice que todos los que no somos pioneros, los que hemos nacido muchos años después, debemos aceptar la palabra de Dios y creer en la palabra de ellos, de los que han sido conducidos por el Señor en la proclamación de los mensajes del primer, segundo y tercer ángel.
¿Se dan cuenta? Está diciendo que hay que creer en las palabras de ellos, pero ¿en qué sentido? Sigamos leyendo. Estos mensajes, cuando se los recibe, se obra de acuerdo con ellos. Llevan a cabo su obra de preparar un pueblo que permanezca en pie en el gran día de Dios. O sea, cuando recibimos los mensajes de los tres ángeles bajo la verdad que Dios le reveló a ellos, ¿qué pasa? Estamos preparándonos para permanecer en pie. ¿Quiénes son los que permanecerán en pie? No son los 144,000. Aquí, cada frase está cargada de contenido porque está haciendo referencia a versículos y a profecías. Por eso es importante estudiar, porque cuando uno lee esto en un solo párrafo, está lanzando un montón de conexiones proféticas y bíblicas.
¿Quiénes son los que van a permanecer en pie? Bueno, si usted va a Apocalipsis capítulo 6, dice que el gran día de su ira ha llegado y ¿quién podrá sostenerse en pie? Lo mismo dice Malaquías capítulo 3. Entonces, en Apocalipsis capítulo 7 responde, habla del sellamiento y al final dice que vio a los 144,000 en Apocalipsis 14:1 de pie ante Dios y el Cordero. Entonces, aquí está hablando de qué es lo que va a preparar a los 144,000, y qué es el mensaje del primer, segundo y tercer ángel, tal como fueron predicados por los pioneros, en lo cual tenemos que creer en la palabra de Dios y creer en la palabra de ellos, de los que han sido conducidos por el Señor.
Saben que me acuerdo ahora mismo, como ahora están usando los trinitarios citando a Leroy Froom y diciendo cosas como «este fue uno de los mejores hombres y ninguno de los que está aquí, de los arrianos, porque así nos llaman, le llega a los pies a este hombre», y yo me quedo pensando qué ceguera tan grande. No se dan cuenta de que por ningún lado el espíritu de profecía habla de Leroy Froom, pero sí habla de los pioneros. Realmente, lo que hacen es aborrecer a los que Dios usó y ensalzar a los que los jesuitas usaron. Porque si hay alguien que está demostrado que ha sido un jesuita infiltrado, es Leroy Froom. Pero sigamos leyendo.
Si investigamos las Escrituras para confirmar la verdad que Dios ha dado a sus siervos para el mundo, llegaremos a proclamar los mensajes del primer, segundo y tercer ángel. Estudiar las Escrituras para confirmar la verdad, o sea, nuestra labor, ya lo hemos dicho siempre, es como los de Berea en Hechos 17. Cuando vino Pablo, no fue que se creyeron todo lo que Pablo les dijo, sino que fueron, pero tampoco se opusieron ni se prejuzgaron. No creyeron todo de una vez sin haberlo estudiado por sí mismos, y tampoco lo rechazaron por prejuicios sin haberlo estudiado por sí mismos. ¿Qué hicieron los de Berea? Fueron a escudriñar cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
¿Qué es lo que dice aquí? Investigar las Escrituras para confirmar si lo que los pioneros dijeron es así. Pero, ¿qué es lo que se hace? No se estudia, se toma a Leroy Froom y a todos los descendientes espirituales de Leroy Froom y se dice «Amén», lo que ellos digan, eso es. ¿Por qué? Porque ellos son la nueva iglesia católica, los adventistas de hoy.
Discúlpenme, pero tengo que decirlo. La mayoría son como los católicos: lo que la iglesia diga, «Amén», ¿por qué? Porque es la iglesia, y como es la iglesia, es infalible, inerrante. Algún día voy a hacer un sermón comparando lo que pretenden los católicos con su iglesia y lo que pretenden los adventistas institucionales con su iglesia. Así como los católicos dicen que la iglesia es inerrante, que no puede errar, también lo dicen los adventistas de su iglesia: «La iglesia no se puede equivocar». Y como es así, entonces lo que diga la iglesia hoy, eso es; es palabra cierta.
Hermanos, no es lo que dicen los testimonios. Entonces, aquí está. Investigar las Escrituras para confirmar la verdad que Dios ha dado a su pueblo. Solo así llegaremos a proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángel. Nuestra intención con todos estos sermones de este horario, esta franja horaria, es justamente estudiar todas las profecías resumidas en dos carteles proféticos.
Hemos recopilado todas las profecías de Daniel y las de Apocalipsis bajo la misma interpretación que tenían los pioneros en su cartel profético, y hemos hecho dos carteles. Solo hemos añadido los detalles que se han cumplido de las profecías que en el tiempo de los pioneros no se habían cumplido.
Daniel 2: La Unión Europea Profetizada
Y bueno, vamos a comenzar hoy con la profecía de Daniel 2.
Aquí tenemos entonces el cartel profético de las profecías de Daniel. Hemos usado las mismas imágenes que utilizaron originalmente los pioneros; hemos agregado algunas imágenes que no estaban, que las hemos colocado nosotros, y con algunas explicaciones. Pero usted se va a dar cuenta que es la misma interpretación que Dios les reveló a los pioneros, y vamos a confirmar si estas cosas son así.
Bien, entonces vamos a estudiar esta profecía: Daniel capítulo 2.
Primera profecía en la línea profética, en las visiones proféticas: la primera de las líneas proféticas es Daniel capítulo 2. Nabuconosor, dice el versículo 29,
«Tuvo el rey en su cama pensamientos por saber lo que había de ser en lo porvenir, y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser».
O sea, Nabuconosor estaba preocupado por el futuro, por lo que habría de ser en lo porvenir, en el futuro, y Dios le mostró. Dice el versículo 30:
«Y a mí me ha sido revelado este misterio, no por sabiduría que en mí haya más que en todos los vivientes, sino para que yo notifique al rey la declaración y que entiendas los pensamientos de tu corazón».
O sea, Daniel fue un intermediario, un mediador, por así decirlo, entre Dios y Nabuconosor para que pudiera conocer la verdad profética, la verdad presente, y a su vez quedase para nosotros, para que también tengamos esa revelación.
Bueno, la visión.
«Tú, rey, veías, y he aquí una grande imagen. Esta imagen, que era muy grande y cuya gloria era sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible». Los pioneros trataron de representar esa visión de esta forma, esta imagen de un hombre caldeo.
Y dice el versículo 32, Daniel:
«La cabeza de esta imagen era de oro fino» –
ahí lo tenemos, la cabeza de oro –
«sus pechos y sus brazos de plata, su vientre y sus muslos de bronce o de metal».
¿Qué más dice?
Sus piernas de hierro, sus pies en parte de hierro y en parte de barro cocido».
Esta fue la visión, así como vio los elementos de la estatua.
Luego dice:
«Estabas mirando hasta que una piedra fue cortada, no con mano». Una piedra fue cortada, no con mano, o sea, no hubo intervención humana, sino que fue cortada por Dios. Y esa piedra hirió la imagen en sus pies de hierro y barro cocido y los desmenuzó.
No hirió en la cabeza, no hirió en el pecho ni en los brazos, ni en el vientre ni en las piernas, hirió en los pies de hierro y barro cocido. O sea, la piedra cae en el tiempo de los pies y los desmenuza.
También desmenuza el hierro – o sea, lo que está antes – el barro cocido, el metal, la plata, el oro, y se tornaron como el tamo de las eras del verano.
O sea, como polvo, y lo levantó el viento. Dice que nunca más se les halló lugar. La piedra que hirió la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
Entonces, estamos viendo una gran visión maravillosa, y noten que la historia de esta visión nos habla de que al final, esa piedra que fue cortada «no con mano», obviamente se refiere a algo sobrenatural de parte de Dios. Es la que llena toda la tierra. Esta visión nos deja con una sensación de alegría y esperanza, una esperanza de que, sea lo que sea que signifiquen estos metales y las partes de la imagen, al final, el Señor obrará, y toda la tierra estará bajo un mismo poder: el poder de la piedra.
Ahora bien, ¿cuál es la explicación o interpretación que da Daniel? Él dice en el versículo 37:
«Tú, rey, eres rey de reyes, porque el Dios del cielo te ha dado potencia, fortaleza y majestad».
Daniel deja claro que Nabucodonosor es rey no por su propia capacidad, sino porque Dios le dio el reino. No es su sabiduría o inteligencia, sino que Dios le entregó todo. Y cuando los reyes reconocen esto, sus reinos son más prósperos y bendecidos.
Dice en el versículo 38:
«Todo lo que habitan los hijos de los hombres, las bestias del campo y las aves del cielo, él ha entregado en tu mano y te ha hecho enseñorear sobre todo ello. Tú eres aquella cabeza de oro».
Daniel está diciendo que esta imagen, y los metales que la componen, son símbolos que representan realidades. La cabeza de oro simboliza el reino de Babilonia, encabezado por Nabucodonosor, un reino que fue dado por Dios.
Dios le entregó a Nabucodonosor todos los reinos, incluso el reino de Judá, el pueblo de Dios, por causa de la apostasía. Los babilonios tenían un código moral, el código de Hammurabi, que en algunos aspectos se ha comparado con la ley de Moisés. Aunque las leyes de Dios son superiores, en ese tiempo, los babilonios eran más fieles a su código que los judíos a la ley de Dios. Esto llevó a que Dios entregara a los judíos en manos de Nabucodonosor, pues el pueblo profeso estaba en una condición moral peor que los babilonios. Y esto sucede también hoy en día, donde el profeso pueblo de Dios, a veces, está en peores condiciones morales que el mundo.
Dios levantó a Nabucodonosor, le dio el reino y lo constituyó en la cabeza de oro. Sin embargo, después de él, se levantaría otro reino. Dice el versículo 39:
«Después de ti, se levantará otro reino menor que tú».
Este es el reino de Media y Persia. Noten que no está hablando de otro rey, sino de otro reino. El metal de plata representa este reino, menor en valor comparado con el oro de Babilonia, pero superior en fuerza militar.
Después de Media y Persia, se levantará un tercer reino, simbolizado por el bronce, que en la historia se refiere a los griegos, quienes dominaron gran parte de la tierra.
A continuación, Daniel habla de un cuarto reino, simbolizado por el hierro. Este cuarto reino, Roma, es descrito como fuerte, ya que el hierro simboliza poderío militar.
Mientras el valor moral de los reinos decae, como lo muestra la degradación de los metales desde el oro hasta el hierro, la fortaleza militar aumenta. Roma, siendo el cuarto reino, tiene un mayor poderío militar, pero menor moralidad en comparación con Babilonia. Así, vemos cómo Dios permite que estos reinos se sucedan hasta el momento en que la piedra, sin intervención humana, destruye todos los reinos y establece el reino eterno de Dios.
Exactamente, el cuarto reino, representado por Roma, es descrito como «fuerte como el hierro», un símbolo de poder militar y fortaleza que desmenuza y domina todas las cosas. Roma fue un imperio que, con su poderío militar, quebrantó y conquistó a muchas naciones. Sin embargo, la profecía también deja claro que este reino, al igual que los anteriores, no sería eterno.
Roma pensaba que su dominio duraría para siempre, como suele suceder con quienes tienen el poder. Pero al final, la profecía muestra que Roma también caería. Daniel le revela a Nabucodonosor que, después de Roma, el reino se dividiría. Esta división está simbolizada por los pies y los dedos de la estatua, que son en parte de hierro y en parte de barro cocido, lo que significa que el reino tendría tanto elementos de fuerza como de fragilidad.
Roma se dividió en varias partes tras la invasión de las tribus bárbaras, que vinieron y saquearon el imperio. Estas divisiones formaron lo que hoy conocemos como Europa. Los diez dedos representan los diez reinos que surgieron de la caída de Roma. Entre ellos están los visigodos (España), los suevos (Portugal), los alamanes (Alemania), los lombardos (Italia), y los anglosajones (Reino Unido). Estos reinos son la base de las naciones europeas modernas.
Sin embargo, tres de esos reinos —los hérulos, los vándalos y los ostrogodos— fueron eliminados, algo que se profundizará en el estudio de Daniel 7, donde se habla de los cuernos y su relación con estos reinos.
Lo que es significativo en la profecía es que, a pesar de la caída de Roma y su división en estos diez reinos, Europa mantiene «algo de la fortaleza del hierro». Esto significa que, aunque Europa es una región fragmentada con diversas naciones, todavía hay elementos de poder, de fortaleza militar y económica, que persisten desde los días del Imperio Romano. Sin embargo, también es una Europa frágil, marcada por divisiones y conflictos, simbolizada por el barro mezclado con el hierro.
Esta combinación de fuerza y fragilidad ha sido característica de Europa desde la caída de Roma en el 476 hasta el presente. La historia de Europa ha estado llena de guerras, alianzas y divisiones, pero siempre con la presencia de naciones poderosas que han mantenido cierto grado de influencia y control, como es el caso de algunas de las naciones herederas del Imperio Romano.
Europa ha estado dividida. Hay fortaleza en el hierro en algunas partes que son las naciones, los reinos. Pero hay debilidad. ¿Por qué? Porque tienen barro. ¿Qué representa el hierro? ¿Qué representa el barro? El hierro representa la parte… vamos a ir al siguiente versículo. Ah, bueno, esta es la parte que estábamos diciendo:
«Por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, en parte el reino será fuerte y en parte será frágil».
Es decir, está hablando del reino en singular porque está hablando de Roma, que ahora se conoce como Europa. Entonces, las naciones de Europa serán en parte fuertes como naciones, pero en parte serán frágiles. Está hablando de un reino que tiene dos puntos. ¿A qué se refiere? Vamos a leer el siguiente versículo.
El versículo 43 dice:
«Aquello que viste, el hierro mezclado con tiesto de barro».
Está diciendo que él vio primero el reino dividido, como lo vemos aquí en esta imagen, que representa los pedazos de hierro separados, sueltos. Ahí está el reino dividido. Pero luego dice que el barro va a tratar de unificar los pedazos del hierro. Es decir, desde que cayó Roma en el año 476, hubo un tiempo donde el hierro estaba dividido, partido en pedazos, que es Roma. Pero luego llegaría un intento de pegar todas esas partes de hierro, y el pegamento sería el barro, o sea, volver a unificar Europa como antes fue Roma. Eso es lo que está diciendo.
¿En qué consistió eso? Bueno, en que se unieron por simiente humana, pero no podían fusionarse o pegarse el uno con el otro, porque el pegamento era el barro, y el hierro no se mezcla con el barro. O sea, si usted logra hacer una estatua de pedazos de metal y los pega con barro, puede parecer que están unidos, pero es muy frágil. Porque en cualquier momento un golpe fuerte los va a separar otra vez, ya que el hierro no se puede pegar con barro. Eso es lo que está diciendo.
¿De qué está hablando? Está hablando de un período de división, y luego de un intento de pegamento, que es el barro. Ya está establecido aquí que ese pegamento de barro es la simiente humana. ¿Qué representa esto? Está representando el surgimiento de la religión en Europa. Sabemos que la religión que por siglos dominó Europa y que trató de mantenerla unida fue la religión católica. La Iglesia Católica es el barro, es la simiente humana, que cuando surge por allí en el año 538, intentó unificar todos los pedazos de hierro, es decir, todos los reinos de Europa.
¿Cuál fue el elemento que usó para unificarlos? La ideología religiosa católica, que los mantuvo a todos bajo el catolicismo y bajo la dirección del Papa.
Nosotros sabemos que eso duró hasta 1798, incluso antes. Este versículo se evidencia, porque aunque la religión católica trataba de unir a toda Europa, cuando surge la Reforma, Europa se dividió de nuevo. Porque entonces los que abrazaron la Reforma Protestante se quitaron de encima el yugo del poder papal, del poder católico, y Europa estaba dividida. Estaba dividida entre Europa católica y Europa protestante, y no se cumplió el objetivo del enemigo, del papado, del Anticristo, de mantener ese poder unido. A través del poder político no pudieron imponer sus dogmas religiosos, no se pudieron pegar, no se pudieron fusionar.
Sin embargo, mientras estuvieron pegados o estuvieron mezclados con el barro, se hizo una labor diabólica en Europa, de tinieblas.
¿Qué nos dice la profecía? Que volverían a unirse. La profecía nos dice que esa Europa que se dividió en la Reforma, y que cuando vino la Revolución Francesa echó al papado del poder político, volvió a dividirse. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial comenzó otra vez un proceso, digamos, un sentimiento de buscar la unidad de Europa. Ese sentimiento provino de un tal llamado Robert Schuman, un político. Investigando más acerca de la ideología de la justicia social de la Iglesia Católica, cómo la Iglesia Católica ha inventado el socialismo como una alternativa al comunismo, me enteré de que este Robert Schuman, fundador del concepto de la Unión Europea, estaba ganado para esa ala de la democracia social cristiana católica.
Entonces, el proyecto de la Unión Europea, que es justamente unificar Europa, viene con la ideología católica, la ideología de una sociedad de países católicos unidos, donde se establece una supuesta justicia social. Este es un tema relevante en el contexto de la Unión Europea. Ahora entendemos que la Unión Europea no es más que un intento de restaurar la profecía bíblica en la que el hierro, que aún representa a los países europeos, busca mezclarse de nuevo con la simiente humana. Es decir, intenta reunificarse entre si y luego con la Iglesia Católica. La Unión Europea es precisamente eso: un proyecto de la Iglesia Católica, operando tras bambalinas, para unificar Europa nuevamente.
De hecho, no son diez estrellas las que la representan, sino doce, haciendo alusión a la interpretación católica de Apocalipsis 12, donde la mujer con doce estrellas es la Virgen María. Según la interpretación católica, esta imagen simboliza que toda Europa debería estar gobernada por la Virgen María. Como es sabido, muchas de las visiones de supuestos profetas católicos han sido mensajes de las vírgenes en Europa, cuyo objetivo ha sido reunificar el continente.
¿Qué dice la profecía? No está aquí explícitamente, pero se encuentra en la Biblia. Apocalipsis capítulo 17, versículo 12, dice:
«Los diez cuernos que has visto son diez reyes, que aún no han recibido reino, pero recibirán autoridad como reyes por una hora, junto con la bestia».
Este no es un pasaje de Daniel 7, que habla de diez cuernos y tres arrancados, sino que en Apocalipsis 17 se refiere a diez reyes que estarán junto a la bestia.
El versículo 13 continúa:
«Estos tienen un mismo propósito y entregarán su poder y autoridad a la bestia».
Ya sabemos que la bestia es el cuerno pequeño, el poder papal, y esta profecía anticipa que, en su momento, el Consejo de la Unión Europea entregará su poder a la bestia cuando se mezclen nuevamente la religión y el estado, como en la época anterior a la Revolución Francesa.
Fue la Revolución Francesa la que sacó la religión del estado en Europa, comenzando con Francia y extendiéndose por las demás naciones. En Estados Unidos, por otro lado, la separación entre el poder político y la religión fue establecida desde su fundación. Pero en Europa, desde su origen, estado y religión estaban mezclados hasta que la Revolución Francesa cambió ese orden. Sin embargo, Apocalipsis profetiza que esta separación terminará y que se volverán a mezclar.
¿Qué sucederá cuando Europa una su poder político unificado con la religión? Apocalipsis predice que, en los días de estos reyes, Dios levantará un reino que jamás será corrompido.
¿Quiénes son estos reyes? Son los reyes de hierro, los reyes de Europa, mezclados con tiesto de barro, es decir, la Unión Europea mezclada con la Iglesia Católica. Este proceso de unificación ha sido largo, pero ya está en marcha. Desde la creación del euro en 1992, después de la caída de la Unión Soviética, Europa ha emergido y crecido. El valor del euro superó al del dólar y nunca ha estado por debajo.
Cuando Europa vuelva a mezclarse con la religión católica, resucitarán las instituciones de la Edad Media, como la Inquisición y las leyes de esa época. Pero la profecía de Daniel, que se le dijo a Nabucodonosor y sigue vigente hoy, es clara: en los días de estos reyes, Dios levantará su reino, un reino eterno, justo y sin corrupción.
Nosotros, hoy, somos testigos de algo que los pioneros no pudieron ver. Ellos esperaban la sanación de la herida de la bestia, pero no la vieron. Nosotros sí lo estamos viendo, ya que los reyes se han unido en la Unión Europea y solo falta que se unan con el barro, que es la Iglesia Católica.
El Señor nos está invitando a ser parte de este reino. Estamos en la hora final, en los últimos momentos de este mundo. Al igual que en los días de Belsasar, cuando el reino de Babilonia estaba a punto de caer, hoy los reinos del mundo celebran su poder, pero el Señor Jesucristo está por venir. Antes de que esto suceda, Él nos llama a ser parte de su reino.
Quiero ser parte de ese reino, un reino donde no habrá corrupción, maldad, ni muerte. Un reino donde no habrá necesidad de hospitales ni seguridad social, porque no habrá enfermedad. Un reino donde la naturaleza misma será pacífica, donde los animales vivirán en armonía con el hombre. Ese es el reino prometido por Jesucristo, y en estas últimas horas, Él nos llama a ser parte de él.
Mis hermanos, estamos viviendo en los días de estos reyes. En cualquier momento, Dios levantará su reino, y antes de que eso ocurra, debemos aceptar su invitación.
Si es tu deseo ser parte del Reino de Dios, te invito a orar. Comparte este mensaje con aquellos que conoces para que también puedan ser parte de este reino y comprendan cómo las profecías se están cumpliendo.
Que Dios te bendiga y nos guíe. Oremos:
Querido y bondadoso Padre que moras en los cielos, te agradecemos por tu palabra profética, que nos muestra el tiempo en el que vivimos, la última generación. Aunque estamos en el fin, sabemos que queda un corto tiempo que podemos aprovechar para aceptar tu invitación. Queremos ser parte de tu reino y reafirmamos nuestra decisión. Fortalécenos para mantenernos firmes y para invitar a otros a ser parte también de tu reino. Ayúdanos, Señor, a tu iglesia, a tu pueblo, para que, aunque tengamos pocos recursos, usemos todo lo que tengamos a la mano para difundir esta verdad. Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo Jesús, Amén.
Que Dios les bendiga.