Cuando los gentiles (de raza no judía o hebrea) abrazaron el evangelio, surgió una disputa provocada por los fariseos creyentes en Jesus. Estos decían que los gentiles debían ser circuncidados y conminados a guardar la ley de Moisés (la ley ceremonial). Ante la amenaza de una división los apóstoles convocaron al primer concilio, llamado el concilio de Jerusalén. ¿Qué estaba implicado en esta controversia? ¿Qué se decidió? ¿Cómo ésto nos afecta hoy? Veamos la explicación el siguiente video y en el resumen textual dado abajo.

Act 15:1  ENTONCES algunos que venían de Judea enseñaban á los hermanos: Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 

Act 15:2  Así que, suscitada una disensión y contienda no pequeña á Pablo y á Bernabé contra ellos, determinaron que subiesen Pablo y Bernabé á Jerusalem, y algunos otros de ellos, á los apóstoles y á los ancianos, sobre esta cuestión…

Act 15:5  Mas algunos de la secta de los Fariseos, que habían creído, se levantaron, diciendo: Que es menester circuncidarlos , y mandarles que guarden la ley de Moisés…

Act 15:10  Ahora pues, ¿por qué tentáis á Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?…

“…ciertos creyentes judíos de Judea, “de la secta de los Fariseos,” lograron introducir una cuestión que pronto produjo una amplia controversia en la iglesia e infundió consternación a los creyentes gentiles. Con gran aplomo, estos maestros judaizantes aseveraban que a fin de ser salvo, uno debía ser circuncidado y guardar toda la ley ceremonial. { HAp 153.2; AA.188.2 }

Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?” Este yugo no era la ley de los diez mandamientos, como aseveran algunos que se oponen a la vigencia de la ley; Pedro se refería a la ley de las ceremonias, que fué anulada e invalidada por la crucifixión de Cristo. { HAp 157.2; AA.193.2 }

Plugo al Espíritu Santo no imponer la ley ceremonial a los conversos gentiles, y el sentir de los apóstoles en cuanto a este asunto era como el sentir del Espíritu de Dios. Santiago presidía el concilio, y su decisión final fué: “Yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados.” { HAp 158.3; AA.194.3 }

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