En el estudio anterior comenzamos este análisis sobre como el fariseismo judaizante esta tomando lugar en nuestras iglesias cristianas y estan reviviendo las mismas ideas que tanto combatió el apostol Pablo en los días de la iglesia de Gálatas y otras. Vimos antes que judaizar es hacer que un gentil o aún un mismo judío siga viviendo como judío, con las mismas costumbres, tradiciones y leyes propias de los judíos. El primer error que vimos que lleva a estas conclusiones erradas era que el pacto nuevo de Dios es con los judíos e israelitas según la carne y en la cual no tienen parte los gentiles segun la carne. Y esto se demostró que no todos los judíos o israelitas carnales son del Israel de Dios. Quedo pendiente y es lo que trataremos en este número el cómo ser parte del Israel de Dios y si hace falta ser circuncidado para ser parte de Israel y que se debe volver al uso de la lengua hebrea como requerimiento para el Israel del Nuevo Pacto.
¿Cuál es la condición para ser heredero y parte del Israel de Dios?
Rom 9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
Rom 9:7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
Rom 9:8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
Del texto es claro que para ser contado como descendiente no hace falta tener descendencia carnal con Israel o Judá. La única condición es ser “hijo según la promesa”. ¿Y cómo se es hijo según la promesa? Analicemos la promesa:
Gen 13:15 Porque toda la tierra que ves, la daré á ti y á tu simiente para siempre.
Gen 15:18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram diciendo: A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates.
El pacto fue hecho a Abraham y a su simiente o descendencia era de que le daría la tierra del Cercano Oriente. Ahora bien, el apóstol explica bien este texto. Leamos lo que escribió el apóstol Pablo inspirasdo por el Espíritu Santo:
Gal 3:16 A Abraham fueron hechas las promesas, y á su simiente. No dice: Y á las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y á tu simiente, la cual es Cristo.
Entonces la promesa fue hecha a Abraham y a Cristo. Y ¿cómo ser descendiente de Abraham y de Cristo?
Gal 3:6 Como Abraham creyó á Dios, y le fué imputado á justicia.
Gal 3:7 Sabéis por tanto, que los que son de fe, los tales son hijos de Abraham.
Gal 3:8 Y viendo antes la Escritura que Dios por la fe había de justificar á los Gentiles, evangelizó antes á Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
Gal 3:9 Luego los de la fe son benditos con el creyente Abraham.
Es muy claro del texto que es por la fe com nos convertimos en simiente de Abraham y recibimos su herencia y su bendición. Pero la fe que aquí se menciona no es la fe del credo, o la fe de la confesión es la fe que obra:
Gal 5:6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por el amor.
Así que la fe que nos convierte en simiente de Abraham y de Cristo, que nos hace herederos del pacto es la que obra. ¿Y cuál es la obra?
Gal 3:26 Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Gal 3:27 Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos.
Gal 3:28 No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Gal 3:29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conforme á la promesa los herederos.
La fe que obra y que nos convierte en simiente de Abraham herederos es la fe que nos hace ser de Cristo, es la fe que nos lleva al bautismo. Entonces, nos convertimos plenamente en simiente de Abraham y de Cristo en el bautismo de fe. Esta gran verdad es revolucionaria. Nos dice que para ser simiente de Abraham necesitamos el bautismo de fe, no importa si eres simiente carnal o no de Abraham.
Esto mismo es lo que dijo Juan el Bautista:
Mat 3:7 Y viendo él muchos de los Fariseos y de los Saduceos, que venían á su bautismo, decíales: Generación de víboras, ¿quién os ha enseñado á huir de la ira que vendrá?
Mat 3:8 Haced pues frutos dignos de arrepentimiento,
Mat 3:9 Y no penséis decir dentro de vosotros: á Abraham tenemos por padre: porque yo os digo, que puede Dios despertar hijos á Abraham aun de estas piedras.
Notemos que al bautismo venían hijos carnales de Abraham, más sin embargo no querían un bautismo de fe sino uno de apariencias por lo cual Juan les advirtió que no tenía valor. Ellos querían bautizarse por apariencia y por política pero no porque se sintieran pecadores, por lo que Juan les dijo que si no había frutos no servía de nada su bautismo. Además Juan desenmascara su pensamiento interno, pues no le daban importancia al bautismo de fe pues ya se sentían seguros de su salvación en base a su herencia carnal de Abraham. Juan les dice que Dios puede sacar hijos de Abraham de cualquier parte, aún de las piedras. Con eso nos da a entender que para ser hijo de Abraham no hace falta tener una descendencia carnal, solo hace falta tener la fe que obra un bautismo de fe. Si no se hace un bautismo de fe, todo mundo sea gentil o judío según la carne continúa siendo un gentil. “Los gentiles son los que están sin Cristo, por lo tanto son “ajenos a los pactos de la promesa”. Ningún gentil tiene parte alguna en ningún pacto de la promesa. Pero todo el que quiera puede acudir a Cristo, y ser participante de las promesas, ya que Cristo dice: “al que a mí viene, no lo echo fuera” (Juan 6:37). Ahora bien, cuando el gentil hace así, sea cual sea su nacionalidad, deja de ser un gentil y viene a ser un miembro “de la ciudadanía de Israel”. Es preciso observar que el judío según la acepción común del término, es decir, el miembro de la nación judía como tal -nación que rechazó a Cristo-, no tiene más parte en las promesas de Dios, o en los pactos de la promesa, que si fuera gentil. Eso es lo mismo que decir que nadie tiene parte en las promesas, excepto quien las acepta. Cualquiera que esté “sin Cristo”, llámese judío o gentil, está también “sin esperanza y sin Dios en el mundo”, y es ajeno a los pactos de la promesa, y a la ciudadanía de Israel. Así lo afirma el texto introductorio. Uno debe estar en Cristo a fin de participar en los beneficios de “los pactos de la promesa”, y de “la ciudadanía de Israel”. Ser “un verdadero israelita” (Juan 1:47), por lo tanto, es sencillamente ser un cristiano. Eso es tan cierto de quienes vivían en tiempos de Moisés o en los de Pablo, como en los que viven hoy” (E. J. Waggoner; Los Pactos de la promesa, The Present Truth, 10 de Diciembre, 1896).
Esta verdad también la afirma el mismo apóstol Pablo en la carta a los Gálatas cuando escribió:
Gal 4:23 Mas el de la sierva nació según la carne; pero el de la libre nació por la promesa.
Gal 4:24 Las cuales cosas son dichas por alegoría: porque estas mujeres son los dos pactos; el uno ciertamente del monte Sinaí, el cual engendró para servidumbre, que es Agar.
Gal 4:25 Porque Agar ó Sinaí es un monte de Arabia, el cual es conjunto á la que ahora es Jerusalem, la cual sirve con sus hijos.
Note que el Espíritu Santo por boca de Pablo dice que Jerusalén la de ahora, la que está ubicada en el medio oriente corresponde a Agar, y sus hijos son realmente ismaelitas y no israelitas. ¿Sorprendente no? Si, sorprendente pero más que todo bíblico 100%. Esto nos deja más claro a la hora de analizar las profecías por ejemplo de los 144000 sellados de las tribus de Israel. Entonces, esa profecía de sellamiento que habla que de todas las tribus de Israel solo 12 mil de cada tribu será sellada y protegida de la Gran Tribulación no tiene que ver con Jerusalén la de ahora, sino que tiene que ver con los cristianos.
¿Debe un verdadero israelita practicar la circuncisión?
Hch 15:1 ENTONCES algunos que venían de Judea enseñaban á los hermanos: Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.
Hch 15:2 Así que, suscitada una disensión y contienda no pequeña á Pablo y á Bernabé contra ellos, determinaron que subiesen Pablo y Bernabé á Jerusalem, y algunos otros de ellos, á los apóstoles y á los ancianos, sobre esta cuestión.
Esta fue la propuesta que trajeron los fariseos judaizantes a la naciente iglesia de Jerusalén, la de obligar a los discípulos a ser circuncidados para ser salvos y recibir la herencia. La circuncisión consiste en retirar del miembro viril masculino el prepucio o carne llamada “pecaminosa” que cubre el glande. Veamos en la página 3 una infografía al respecto. Entonces, ¿qué se les reveló a los apóstoles sobre la necesidad de circuncidarse al Isarel de Dios?
En todo el capítulo de Hechos 15 es una decisión hecha por el cuerpo de los apóstoles, los ancianos y del Espíritu Santo sobre el tema en cuestión. Fue convocada para apaciguar los ánimos y afrontar la división que estaba aconteciendo a causa de esta cuestión. Veamos un resumen de los argumentos y decisiones del concilio:
1. Pedró argumentó que sobre los discípulos de Cesaréa con Cornelio a la cabeza recibieron el Espíritu Santo sin ser circuncidados y aún sin ser bautizados, de modo que Dios purificó sus corazones sin hacer diferencia (ver Hechos capítulos 10 y 11 y 15.7-9).
2. También dijo que “la circuncisión y la ley de Moisés” es una carga que nadie en el judaismo había podido llevar colocandola en contraste con la salvación por la gracia de Cristo (Hech 15.10-11).
3. Jacobo (SanIacob) señaló la experiencia de Pedro y Cornelio como cumplimiento de la profecía de Amos 9.11-12, donde se dice que debía venir la restauración del tabernáculo caido de David (la iglesia apostólica) y luego vendría la conversión de los Gentiles (del cual Cornelio era la primicia). En base a esto el parecer de Santiago era que: “de los Gentiles se convierten á Dios, no han de ser inquietados; Sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, y de fornicación, y de ahogado, y de sangre” (Hechos 15.19-20).
Esta fue la decisión del concilio de Iglesia:
Hch 15:23: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, á los hermanos de los Gentiles que están en Antioquía, y en Siria, y en Cilicia, salud:
Hch 15:24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, á los cuales no mandamos;
Hch 15:25 Nos ha parecido, congregados en uno, elegir varones, y enviarlos á vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,
Hch 15:26 Hombres que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Hch 15:27 Así que, enviamos á Judas y á Silas, los cuales también por palabra os harán saber lo mismo.
Hch 15:28 Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y á nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:
Hch 15:29 Que os abstengáis de cosas sacrificadas á ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
La Iglesia primitiva con la autoridad que Cristo le había dado (la más alta sobre la tierra), pero sujetos a la revelación del profeta Amós y bajo la influencia clara y evidente del Espíritu Santo que se había manifestado en el caso de Cornelio y en las conversiones por medio de Pablo declararon esta gran verdad. Declararon que mandar a los discípulos la circuncisión y guardar la ley de Moisés eran palabras que inquietan y trastornan el alma y que eran cargas que nadie puede llevar y hacen a la gente confiar de su salvación por esas obras menospreciando de esta forma a Cristo que nos salva de pura gracia.
Dejare unos versículos a consideración para que veamos el tema de la circuncisión:
Gal 5:1 ESTAD, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez á ser presos en el yugo de servidumbre.
Gal 5:2 He aquí yo Pablo os digo, que si os circuncidareis, Cristo no os aprovechará nada.
Gal 5:3 Y otra vez vuelvo á protestar á todo hombre que se circuncidare, que está obligado á hacer toda la ley.
Gal 5:4 Vacíos sois de Cristo los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Gal 5:6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por el amor.
Gal 6:13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne.
Gal 6:15 Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva creación.
En el siguiente mes abordaremos el tema de la lengua hebrea y si es necesario usarla para tener pureza de labios y conocer la verdad.