Col 3:9-10 RVR1960: «No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,»
La senda que el cristiano ha de recorrer hasta alcanzar la esperanza de gloria, que es la salvación para vida eterna¹, es un camino largo y angosto² en el que han de sobrevenir duras pruebas y penas a causa de su fe misma³ (1 Co 1:18 ¹; Mt 7:14 ²; 2 Tim 3:12 ³).
En este caminar que el discípulo de Jesús ha decidido recorrer por fe y gracia se recrudece cuando las debilidades de su carácter le acusan de no ser digno de su Maestro, causándole muchas veces una crisis de fe que lo incapacita a servir a la perfección a Dios y a su prójimo. Ante estas solemnes dificultades es cuando más debemos de confiar en el testimonio de Jesús y aferrarnos a su Palabra para sacudirnos de toda angustia y no permitir que el enemigo de Dios y los hombres nos acuse sumiéndonos en el pantano de la desesperanza.
Cuando surjan estas dificultades en nuestra fe no debemos siquiera mirar a nuestras buenas obras, como tampoco dudar de la obra revitalizadora del Espíritu Santo en nosotros. Que sea la inspiración divina la que nos consuele o nos de aflicción de espíritu en los momentos cuando la duda nos cuestione si estamos en Cristo o no y si es que andamos sobre el camino de justicia o no.
➡️ Se notará un cambio en el carácter, en las costumbres y ocupaciones. El contraste entre lo que eran antes y lo que son ahora será muy claro e inequívoco. El carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecuten, sino por la tendencia de las palabras y de los actos habituales en la vida diaria.
Camino a Cristo, pág. 57
Es cierto que puede haber una conducta externa correcta sin el poder renovador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de ser estimado por los demás pueden producir una vida bien ordenada. El respeto propio puede impulsarnos a evitar las apariencias de mal. Un corazón egoísta puede realizar actos de generosidad. ¿De qué medio nos valdremos, entonces, para saber de parte de quién estamos? CC 58.1
¿Quién posee nuestro corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías? Si somos de Cristo, nuestros pensamientos están con El y le dedicamos nuestras más gratas reflexiones. Le hemos consagrado todo lo que tenemos y somos. Anhelamos ser semejantes a El, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo.
Camino a Cristo, pág. 58
Así que mi querido hermano de la Antorcha Profética, cuando el diablo haga poner lazo para derribarte, no se lo permitas y sopesa el poder del Espíritu Santo que ha trabajado en tu vida y medita si tus mayores anhelos reposan en el evangelio de Cristo para dárselo a conocer al mundo entero y si lo que más anhelas es ser semejante a tu Señor, entonces mi buen amado, reposa en Jesús, que él ha hecho en ti una nueva criatura que te va renovando a medida del conocimiento adquirido y vivido por la fe de su nombre; de lo contrario, quebranta en ferviente oración y súplica el yugo de tu corazón sobre la Roca y hallarás a Cristo y su justicia como alas que te harán volar hasta el seno del Padre que consuele tus adentros.
Amén, sí Señor, que así sea.