La Importancia del Estudio Profundo de la Palabra de Dios: Fundamento de nuestra Fe y única salvaguarda.

En el corazón del cristianismo adventista yace una profunda devoción por el estudio de las Escrituras. Esta devoción no es meramente un ejercicio intelectual, sino que se arraiga en la creencia firme de que la Palabra de Dios es la única regla de fe y práctica. A lo largo de la historia, los creyentes adventistas fieles han reconocido la necesidad de escudriñar las Escrituras con diligencia y devoción, siguiendo el ejemplo de los pioneros que con fervor diligente sentaron las bases de nuestra fe.

En este sentido, es fundamental reconocer que el estudio profundo de las Escrituras requiere un compromiso significativo de tiempo y esfuerzo. Es natural y comprensible que nos sumerjamos en extensas horas de estudio tanto de manera personal como en grupo. Estas horas dedicadas no solo nos permiten profundizar en nuestro conocimiento de las verdades divinas, sino que también fortalecen nuestra comunión con Dios y con su Hijo Jesucristo; para así repartir este conocimiento a toda tribu, lengua, nación y pueblo… Y para que gocen así con nosotros de tal comunión (Véase 1 Juan 1:1-4).

Pero alguien podría decir: «El libro de Eclesiastés enseña que la sabiduría y el conocimiento añaden dolor y conducen a la vanidad, ¿Para qué dedicar tantas horas al estudio de la Biblia si, al ejercer nuestra fe, no se evidencia en nuestras vidas ni en nuestras acciones lo aprendido? ¿No sería esto una manifestación de necedad y vanidad espiritual?«

Pero la respuesta está en comprender el verdadero propósito del estudio de la Palabra de Dios. Aunque pasajes como Eclesiastés 1:18 y 2:15 parecen sugerir que la sabiduría y el conocimiento pueden conducir al dolor y la vanidad, es sumamente importante considerar el contexto completo de la Biblia.

Eclesiastés, escrito por el rey Salomón, reflexiona sobre la naturaleza efímera y vanidosa de las cosas terrenales cuando se las persigue apartadas de Dios. Sin embargo, en ningún momento desacredita el valor del conocimiento en sí mismo, ni mucho menos el estudio de la Palabra de Dios. Con el estudio de su palabra nuestra fe se fortalece.

Cuando dedicamos tiempo al estudio profundo de las Escrituras, no estamos persiguiendo vanidades mundanas, sino que estamos buscando una sabiduría que viene de lo alto. Proverbios 2:6 nos asegura que «porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.» Por lo tanto, el estudio de las Escrituras no nos lleva a la vanidad y el dolor, sino que nos acerca a la verdadera sabiduría que proviene de Dios.

El estudio profundo de las Escrituras no es un mero ejercicio académico, sino una disciplina espiritual que nutre nuestra fe y fortalece nuestra relación con Dios. Hebreos 4:12 nos enseña que la Palabra de Dios es viva y eficaz, capaz de penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser y discernir nuestros pensamientos y motivaciones. Al estudiar la Palabra con mente y corazón abiertos, permitimos que el Espíritu Santo nos guíe hacia una comprensión más profunda de la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Los primeros adventistas entendieron la importancia del estudio diligente de las Escrituras al establecer las creencias fundamentales que definen nuestra fe. Basados en un profundo examen de las Escrituras, llegaron a comprender verdades vitales como el sábado como día de reposo, la inminente segunda venida de Cristo y la importancia de un estilo de vida saludable. Estas creencias, arraigadas en la Palabra de Dios, continúan siendo el fundamento de la fe adventista original en el mundo actual.

El apóstol Santiago nos exhorta a no ser solamente oidores de la Palabra, sino hacedores de ella (véase Santiago 1:22-25). El estudio de las Escrituras debe llevarnos a una vida transformada, reflejando el carácter de Cristo en todo lo que hacemos. Romanos 10:17 nos recuerda que la fe viene por el oír la Palabra de Dios, destacando así la importancia de sumergirse en las verdades eternas contenidas en las Escrituras.

En resumen, el estudio profundo de la Palabra de Dios es fundamental para el crecimiento espiritual y la madurez cristiana. Al comprometernos con un estudio profundo de las Escrituras, podemos fortalecer nuestra fe, crecer en nuestro conocimiento de Dios y vivir vidas que honren su nombre.

Lima, Perú.
28 de febrero, 2024.
F. F. Bastidas

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