Aquí tenemos un bosquejo del tema:
- Tema central: El Apocalipsis a la luz de las fiestas del santuario celestial
1.1. Introducción al tema y contexto.
1.2. Inicio del ministerio de Jesús como profeta.
- Referencias bíblicas: Marcos 1:15, Deuteronomio 18:15.
- Jesús entre las tribus de Israel.
1.3. Organización del pueblo de Israel en el desierto.
- Santuario en el centro y tribus alrededor.
- Jesús predicando entre las tribus.
1.4. Relación entre la sombra terrenal y la realidad celestial.
- Segunda etapa: Jesús como Cordero.
2.1. Jesús en el atrio del templo.
- Altar de sacrificio y su simbolismo.
2.2. Muerte de Jesús en la cruz.
- Relación con la Pascua (14 de Nisán).
- Referencias: 1 Corintios 5:7.
2.3. Purificación del pecado representada en el santuario terrenal.
- Símbolo de la levadura.
2.4. Jesús como cumplimiento de las profecías mesiánicas.
- Tercera etapa: La resurrección y Jesús como Primicia.
3.1. Representación en la fiesta de las Primicias.
- Referencias: 1 Corintios 15:20-23.
3.2. Jesús como el primero en resucitar para vida eterna.
- Contraste con las resurrecciones anteriores.
3.3. Simbolismo del lavacro en el santuario.
- Jesús revestido de inmortalidad.
3.4. Confirmación de su sacrificio aceptado.
- Ascensión y presentación ante el Padre.
- Cuarta etapa: Ministerio en el lugar Santo.
4.1. Pentecostés y el derramamiento del Espíritu Santo.
- Simbolismo del candelabro y el aceite.
4.2. Representación de las siete iglesias.
- Referencias: Apocalipsis 1:12-20.
4.3. Jesús como sacerdote.
- Entendimiento del contexto del santuario.
4.4. Desarrollo del Apocalipsis en el lugar Santo.
- Relación con los sellos y trompetas.
- Quinta etapa: El lugar Santísimo y la consumación.
5.1. Inicio en 1844: Apertura del lugar Santísimo.
- Referencias: Apocalipsis 11:19.
5.2. Juicio de los 144,000 y las plagas postreras.
- Representación en el fin del tiempo de gracia.
5.3. Cumplimiento del día de expiación.
- Colocación de los pecados sobre Azazel.
- Referencias: Apocalipsis 20:1-3.
5.4. La fiesta de las cabañas como triunfo final.
- Relación con Apocalipsis 21 y la nueva tierra.
TRANSCRIPCIÓN DEL VIDEO
Que Dios nos bendiga. Hoy tenemos para estudiar un tema importante, siguiendo la línea de los estudios que hemos estado haciendo, y lo hemos titulado: «El Apocalipsis a la luz de las fiestas del santuario celestial». Perdón, «El Apocalipsis a la luz de las fiestas del santuario celestial». Vamos a comenzar con el texto con el que iniciamos la lectura bíblica, donde se menciona a Jesús comenzando su ministerio. Dice el apóstol Pedro aquí, cuando se para en este discurso, que Jesús de Nazaret fue ungido por Dios con qué, con Espíritu Santo, y con poder. Anduvo haciendo bienes, sanando a todos los oprimidos del diablo porque Dios estaba con él.
Entonces, Jesús comienza su ministerio público, porque obviamente estamos hablando del ministerio público, haciendo bienes. Como asume el apóstol, haciendo bienes. Y esto no solo era haciendo bienes, sino también predicando. Si leemos los evangelios, por ejemplo, Marcos, capítulo 1, versículo 15, dice que Jesús comenzó predicando diciendo: «El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed en el evangelio». Así que Jesús comenzó su ministerio como profeta, como cumplimiento.
Y esto es importante que lo vayamos siguiendo: Jesús comienza su ministerio como profeta, asume su posición como profeta, cumplimiento de la profecía que se le había hecho. ¿A quién? Bueno, lo tienen allí en pantalla, en las láminas. Por cierto, lo tienen allí en pantalla.
Segundo, la profecía de Deuteronomio, capítulo 18, versículo 15. La segunda lámina dice: «Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios. A él oiréis». Deuteronomio 18:15. Se le dice Dios a Moisés, qué cosa, le profetiza: «Yo voy a levantar un profeta de en medio de ti, de tus hermanos», le dice Moisés. ¿A quién? Al pueblo. Que Dios había prometido eso, y Moisés dice: «Como yo, como yo». ¿Qué quiere decir? Que hablaría con Dios cara a cara. Dice: «A él lo oiréis». Entonces, esta profecía justamente se cumple con el ministerio público de Jesús. Por eso se dice que Jesús vino primero como profeta. Y esto, por eso colocamos aquí el año 27, ¿cómo? Y comienza Jesús su ministerio entre el pueblo, entre las tribus de Israel.
De hecho, él mismo lo dijo a sus discípulos: «No vayáis en pos de samaritanos, ni en camino de gentiles, sino a las ovejas perdidas de Israel». Él estaba entre las tribus como profeta. Acordémonos de algo, quizás para que vayamos siguiendo el contexto de lo que queremos presentar. Recuerden la organización del pueblo de Israel en el desierto: eran doce tribus. El santuario estaba en todo el centro, ¿cierto? Un rectángulo que es el santuario, en el centro. Al norte había tres tribus, o sea, al norte del santuario. ¿Cuántas tribus había? Tres. Al lado sur, ¿cuántas tribus? Tres. Tres. Al lado oeste, tres, y al lado este, tres. Entonces había doce tribus alrededor.
¿Y por qué comienzo con esto? ¿O por qué les recuerdo esto? Porque es importante que nosotros veamos cómo Jesús comienza a predicar entre las tribus. Acuérdense el contexto del tema, el Apocalipsis a la luz del santuario de la fiesta del santuario celestial. Entonces, todo tenía que ser sombra. Toda la organización que se hizo en Israel, en el desierto, en torno al santuario terrenal, era sombra y figura de lo celestial. Entonces Jesús comienza fuera, entra al pueblo como profeta.
Muy bien, la siguiente lámina. Ahora avanzamos en la historia, a la etapa siguiente de Jesucristo, cuando Jesús ya ha concluido su ministerio entre las tribus de Israel y ahora va a otra etapa de su ministerio. Ahora entra al atrio del templo. ¿Y qué es lo primero que, cuando se entra en el atrio del templo, se encuentra? ¿Qué mueble? El altar, el altar de sacrificio, o conocido como el altar de los holocaustos. ¿Y qué ocurría allí? Se sacrificaba el cordero, el animalito, la víctima. Bueno, esto representa ahora la siguiente etapa que Jesús asume. Que Jesús ahora asume como Cordero. ¿Cuándo? Bueno, ya lo dijo, ¿verdad? Si nosotros hemos leído bastantes veces en la Biblia, cuando Jesús le dijo a sus discípulos que era necesario que él fuese a Jerusalén a morir. Y allí él muere. ¿Qué día muere? Un viernes, ¿no? Pero ese es nuestro calendario. Pero en el calendario del santuario terrenal y celestial, ¿qué día era? 14 de Nisán. ¿Y qué fiesta se estaba celebrando? La Pascua.
Estamos lentos. Mira, pero aquí tenemos una alumna aventajada. Primera de Corintios 5:7 nos dice, está allí en la lámina, que esa Pascua era el símbolo de Cristo. Y que la muerte de Cristo era esa. Dice Primera de Corintios 5:7: «Limpiad, pues, la vieja levadura para que seáis nueva masa». Está hablando aquí Pablo en términos simbólicos. La levadura que literalmente en el santuario terrenal, en la fiesta del santuario terrenal de Pascua, se sacaba de Israel, simbolizaba, ¿qué cosa? El pecado. Muy bien. Y Pablo le dice a la iglesia de Corinto: «Limpien la vieja levadura para que sean una nueva masa, como sois sin levadura». ¿Por qué? ¿Cuál es el fundamento de esta recomendación del apóstol? El versículo dice: «Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros». Entonces, allí el apóstol está diciendo: «Miren, el sacrificio de Cristo en la Pascua del santuario terrenal corresponde a nuestra Pascua, la Pascua cristiana, la fiesta de Pascua del santuario celestial». Y como justamente el cordero era sacrificado y quemado en el altar de los holocaustos, Cristo murió en la cruz. Ahí está haciendo el mismo el apóstol el paralelo.
Avanzando en la siguiente lámina, nos encontramos con el siguiente mueble que viene después del altar del holocausto: la fuente de agua o el lavacro. ¿Y esto representa qué? Representa la siguiente etapa de Cristo, que fue inmediatamente después de su muerte. Es lo que ya vimos que estaba simbolizado en la fiesta que acabamos de leer, según lo que dice Pablo a la iglesia. Cuando Cristo resucita, ¿cómo resucita? ¿Cómo lo identifica el apóstol? ¿Con qué fiesta identifica el apóstol la resurrección de Cristo, así como identificó la muerte con la Pascua?
El apóstol identifica la resurrección de Cristo con la fiesta de las primicias. En 1 Corintios capítulo 15, versículo 20, y luego en el versículo 23, dice lo siguiente: «Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho». Entonces, el apóstol nos está diciendo que la fiesta de las primicias simbolizaba la resurrección de Cristo. En ese momento, cuando el sacerdote, en el lugar santo —o mejor dicho, en el atrio—, mesía la gavilla que traían los pueblos, esto representaba la resurrección de Cristo. La gavilla mecida era la resurrección de Cristo. Y dice: «Cristo resucitó de los muertos, primicias de los que durmieron», es decir, de todos los que han muerto en Cristo, en la fe. Jesús es la primicia.
¿Por qué? Porque Él es el primero que ha sido resucitado para la vida eterna. Alguien podría decir: «Ah, pero los que resucitó Elías o Eliseo…» Sí, es cierto que ellos resucitaron muertos. Incluso Jesús resucitó a Lázaro, a la niña, y al hijo de la viuda de Naín. Pero Jesús es la primicia. Aunque no fue el primero en resucitar, fue el primero en resucitar para la vida eterna. Los que resucitaron con Elías, Eliseo, o los que Jesús resucitó, como Lázaro, todos ellos fueron resucitados para seguir viviendo la misma vida que tenían y, posteriormente, volvieron a morir. Resucitaron con la misma carne que tenían. Por ejemplo, Lázaro, cuando Jesús lo resucitó, no lo hizo con un cuerpo inmortal; resucitó con el mismo cuerpo que tenía antes de morir, y en algún momento volvió a morir. Esa resurrección no es la resurrección para la vida eterna; fue una restauración, una resurrección para continuar en la vida terrenal que llevaban.
En cambio, la resurrección de Cristo es una resurrección para la vida eterna. Jesús, al morir, tenía carne humana con pecado, pero al resucitar, resucitó con una carne humana revestida de inmortalidad, sin pecado. Por eso es la primicia: Él fue el primero en resucitar para la vida eterna.
El versículo 23 de 1 Corintios 15 lo reafirma: «Cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego, los que son de Cristo en su venida». Pablo hace esta diferencia: Cristo fue la primicia, y luego, en su venida, resucitarán los que sean de Cristo. Entonces, estas primicias fueron llevadas al cielo. Cristo ascendió al cielo, y los que resucitaron con Él también fueron llevados.
En Efesios capítulo 4, versículo 8, encontramos algo interesante sobre esto. El texto dice: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres». ¿Qué significa esto? Que cuando Jesús subió al cielo, llevó consigo algo. ¿Qué se llevó? Pablo está haciendo referencia al Salmo 68, indicando que Jesús, al ascender, llevó cautiva a la cautividad, es decir, a aquellos que habían sido cautivos por la muerte y el pecado. No se llevó a todos los santos, sino a unos cuantos que resucitaron con Él, como una muestra de la gran multitud que resucitará en su segunda venida.
Cristo es la primicia de los que durmieron. La fiesta de las primicias simboliza su resurrección. Esto ocurre en el atrio. ¿Por qué lo comparamos con el lavacro? Porque el lavacro representa la resurrección en el santuario. El lavacro simboliza el momento en que el sacerdote, después de colocar el cordero sacrificado en el altar para ser quemado, debe lavarse y cambiarse de ropa antes de entrar al santuario. Esto también ocurrió con Cristo. Al morir y resucitar, se puso una nueva ropa, como lo dice la Escritura: se vistió de inmortalidad. Antes, Jesús había revestido su divinidad con humanidad, una humanidad con carne de pecado. Pero al resucitar, lo hizo con una carne santa, sin pecado. Se despojó de su ropa de profeta y de cordero, y se vistió como sacerdote.
Ahora, en la siguiente lámina, Cristo entra, ¿a dónde? Al cielo, al lugar santo. Muy bien, al lugar santo. ¿Dónde vemos esto representado en la Biblia y específicamente en los textos que estamos analizando?
Primero, recordemos que en Hechos capítulo 1, versículos 3 y 4, se menciona que Jesús resucitó y, apenas resucitó, pasó tiempo con sus discípulos. ¿Cuánto tiempo? Cuarenta días. Lo tenemos allí en la pantalla: el versículo dice que «se les presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndose durante cuarenta días». Entonces, durante esos cuarenta días, les habló del reino de Dios y les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que llegara la promesa del Padre.
¿Cuándo llegó la promesa del Padre a los discípulos? Fue en el derramamiento del Espíritu Santo, en Pentecostés. Aquí tenemos entonces la siguiente etapa, la siguiente fiesta. Jesús pasó cuarenta días con los discípulos. La fiesta de Pentecostés es a los cincuenta días, por lo que desde que Jesús subió al cielo hasta que llegó Pentecostés, ¿cuántos días pasaron? Diez días.
Durante esos diez días, algo estaba ocurriendo en el cielo: una preparación para el Pentecostés. Mientras tanto, los discípulos estaban en la tierra haciendo, ¿qué cosa? Su preparación para el Pentecostés. ¿Dónde lo hicieron? En el aposento alto. Por eso, cuando llegó el Pentecostés, estaban reunidos allí.
Vamos a ir a la siguiente lámina y leer un versículo que seguramente ya conocen, que está en el evangelio de Juan. Este texto explica muy bien lo que significa o lo que ocurrió en el cielo mientras, en la tierra, se estaba derramando el Espíritu Santo.
En el libro de Juan, capítulo 7, versículos 37 al 39, Jesús advierte lo que va a ocurrir cuando Él suba al cielo. ¿Qué es lo que va a ocurrir en el cielo cuando descienda el Espíritu Santo?
Leo en Juan 7:37-39: «En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y clamó diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva». Dejemos el texto hasta aquí.
¿A qué se refería Jesús con esto? ¿Qué quiso decir cuando dijo que «el que cree en mí, ríos de agua viva correrán de su interior»? En el versículo 39, Juan lo aclara entre paréntesis. Dice: «Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él». Es decir, esto hablaba del derramamiento del Espíritu Santo. Luego añade: «Pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado».
¿Qué significa esto? Que cuando Jesús fue glorificado en el cielo, entonces derramó el Espíritu Santo. ¿Cuándo ocurrió esto? En el Pentecostés, correcto. Mientras el Espíritu Santo estaba descendiendo sobre los discípulos en la tierra, en esa primera efusión del Pentecostés, Jesús estaba siendo glorificado en el cielo.
¿Qué implica esta glorificación? Jesús estaba siendo entronizado o asumiendo la posición de sacerdote. Estaba siendo ungido como sacerdote. Recordemos que, cuando Jesús murió en la cruz y resucitó, le dijo algo a María cuando ella lo encontró. María fue la primera en verlo, y Jesús le dijo: «Aún no me toques, porque no he subido a mi Padre». Sin embargo, una semana después, cuando se encuentra con los discípulos, le dice a Tomás: «Toca, mete tu dedo en mi llaga».
¿Qué ocurrió entre esos momentos? Si Jesús no permitió que María lo tocara porque aún no había subido a su Padre, pero luego permitió que Tomás lo tocara, esto significa que Jesús ya había subido al cielo y regresado. Subió para presentar su sacrificio y asegurarse de que el Padre lo aceptara. Cuando el Padre aceptó el sacrificio, Jesús regresó a la tierra para terminar su misión, presentándose vivo ante los discípulos durante 40 días. Durante ese tiempo, los discípulos pudieron verlo, tocarlo, comer con Él, y confirmar que había resucitado realmente, no como un espíritu, una visión, un sueño, o una alucinación, sino como alguien vivo y tangible.
Cuando Jesús concluyó esos 40 días y los discípulos quedaron plenamente convencidos de su resurrección, subió al cielo definitivamente. Durante los 10 días posteriores, se preparó la ceremonia en el cielo, mientras que los discípulos en la tierra se preparaban en el aposento alto. En Pentecostés, Jesús fue entronizado como sacerdote y los discípulos recibieron el Espíritu Santo.
Aquí surge una pregunta interesante: ¿En Pentecostés fue ungido Jesús? Sí. ¿Y en Pentecostés se derramó el Espíritu Santo? También. La fiesta de Pentecostés ocurrió en el lugar santo. Ahora bien, ¿cómo se realizaba ese ungimiento? El ungimiento de Cristo iba desde la cabeza, y el aceite se derramaba por todo el cuerpo. Estas llamas de fuego que cayeron sobre los discípulos eran una representación del Espíritu Santo. En la Biblia, el aceite siempre simboliza al Espíritu Santo. Ese derramamiento que comenzó con Cristo, como aceite derramado desde la cabeza, fue el mismo que Él derramó sobre sus discípulos como lenguas de fuego.
¿Por qué los discípulos recibieron llamas de fuego? Porque el mensaje que iban a predicar se simbolizaba como una llama. En el contexto del santuario, las llamas de fuego están representadas en el candelabro del lugar santo. Según la visión de Zacarías 4, del cielo salen dos olivos (dos ungidos) que traen aceite a un depósito, y de este depósito salen tubos que alimentan cada lámpara del candelabro. Para que la lámpara ilumine y tenga fuego, debe haber aceite en el candelabro.
¿Qué representa el candelabro? En Apocalipsis 1, Juan describe su visión: «Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y cuando me volví, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una ropa que llegaba hasta los pies y ceñido por los pechos con un cinto de oro». La vestimenta descrita corresponde a la de un sacerdote. Esto confirma que Jesús estaba en el lugar santo. Bueno, ahí está la lámina. Vamos a esa parte, justamente la parte que corresponde. Cuando Cristo ASUME como sacerdote es cuando ya, ahora sí, entramos en Apocalipsis. En Apocalipsis capítulo 1, la primera visión, en el capítulo 1, versículo 12, Juan dice: «Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y cuando volví vi siete candeleros de oro. Y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, ceñido por los pechos con una cinta de oro».
Fíjense, Juan hace una descripción de cómo está vestido Jesús: vestido de ropa que llegaba hasta los pies, con un cinto de oro. ¿Qué vestimenta es esa? Es la vestidura de sacerdote. O sea, confirma que Jesús está aquí en el lugar santo, donde está el candelero, que es de sacerdote. ¿Y el candelero qué representa? Versículo 20, Apocalipsis 1:20, dice: «El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra y los siete candeleros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son… ¿qué son? Los siete candeleros». Apocalipsis 1:20: son las siete iglesias.
Entonces aquí está, por eso ahora sí respondemos la pregunta de la hermana Gloria: la lengua de fuego representa que ellos se han encendido, por así decirlo, como el candelero de la iglesia apostólica, que es la iglesia de Éfeso. De hecho, los apóstoles son la primera iglesia, la iglesia de Éfeso, y son luz. Jesús les había dicho: «Vosotros sois la luz del mundo». Ahora se encendió el candelero porque estaban llenos del Espíritu Santo, y ahora sí podían ir a Jerusalén, a Judea, a Samaria, y hasta lo último de la tierra con el poder del Espíritu Santo.
Y fíjense que esta visión, entonces, y ahora sí entramos directamente en el Apocalipsis. Lo que tenemos que ver es que Apocalipsis comienza en el santuario celestial. Apocalipsis comienza en el lugar santo. La primera visión que tiene Juan es en el lugar santo. Y las siete iglesias de Apocalipsis, que es la primera visión, que es Apocalipsis capítulo 1, capítulo 2, capítulo 3, todo ocurre en el lugar santo. Voy a hacer un énfasis aquí para que no se olvide: si no entendemos el tema del santuario, no vamos a entender Apocalipsis. ¿Qué va a pasar? O la gente se pondrá a inventar interpretaciones del Apocalipsis cuando no se entiende el tema del santuario, cuando no se entiende el tema de las fiestas del santuario celestial.
Entonces, ¿qué tenemos que ver? Esto sería como el fundamento para entender bien el Apocalipsis: entender el tema del santuario y entender el tema de las fiestas desde su punto de vista como sombra. Si no, no entenderemos. Y ya se van ahí dando cuenta. Por eso ya hemos visto: entonces, esto comienza, la primera visión, lugar santo, el candelabro, las siete iglesias. Toda la visión de las iglesias es aquí. Inclusive, si nosotros vamos a la siguiente visión de Apocalipsis, después de las siete iglesias, hay otra visión: es la visión donde aparece uno sentado en un trono con un arcoíris que tiene un libro en su mano, y llega el Cordero.
Entonces ya sabemos que se refiere al Padre sentado en su trono, que tiene un libro de siete sellos, que viene el Cordero y toma el libro de siete sellos. ¿Dónde comienza esta visión? Algunos han dicho: «Mira, como esto está aquí, esto se refiere al juicio». Pero, ¿cómo entendemos claramente esta visión? Bueno, si nosotros leemos aquí el versículo, Apocalipsis capítulo 4, versículo 5 —quédense ahí, no muevan la lámina—. Aquí vamos a hacer uso de las Biblias. Todos busquen sus Biblias: Apocalipsis capítulo 4, versículo 5. Miren lo que dice del Padre sentado en su trono con el arcoíris en la cabeza: «Y del trono salían relámpagos y truenos y voces, y siete lámparas de fuego estaban ardiendo delante del trono, las cuales son los siete espíritus de Dios».
Entonces, delante del trono del Padre, ¿qué estaba? El candelabro. Quiere decir que esta visión, esta segunda visión de Apocalipsis que comienza en el capítulo 4, que sería la visión de los siete sellos, ¿dónde comienza? ¿En qué parte del santuario comienza esta visión? Si está el candelabro, en el lugar santo. Y si esta visión comienza en el lugar santo, esta profecía, ¿a partir de cuándo comienza a cumplirse? A partir de 1844. No, no. Porque si estamos hablando del lugar santo, ¿cuándo se abrió el lugar santo? ¿Cuándo entró Jesús en el lugar santo? Cuando murió, cuando resucitó, cuando fue al cielo: año 31. Fíjense cómo vamos viendo Apocalipsis, sencillo, cuando lo vemos a la luz del santuario.
Si aquí aparece —repito, vamos a repetir la idea—, si aquí, en este capítulo 4, aparece el Padre sentado y el Cordero allí, que va a venir, pero todos están frente al candelero de siete brazos, esta visión comienza en el lugar santo. No hay duda, no hay forma de que nadie coloque esta visión en otro momento histórico, porque la profecía está diciendo que estaban allí al lado del candelabro. Y el candelabro, sabemos todos, que está en el lugar santo. Por tanto, esta visión también comienza en el año 31.
Vamos viendo: Apocalipsis 1 comienza año 31, la visión de las siete iglesias comienza año 31, la visión de los siete sellos comienza año 31. Se dan cuenta cómo se va desenvolviendo todo el Apocalipsis cuando lo vemos a la luz del santuario.
Entonces, esto es importante, esto es importante. Es más, si nosotros nos vamos a Apocalipsis, capítulo 6, versículo 9 (esto es un repaso, ojo, un repaso), llegamos en Apocalipsis, capítulo 6, versículo 9, al quinto sello de esta visión. O sea, capítulo 4 ha pasado, capítulo 5 ha pasado, estamos a la mitad del capítulo 6. Capítulo 6, versículo 9, dice:
«Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían.»
Pregunto yo, ¿qué sello estamos leyendo aquí? El quinto. Y es el sello donde ocurre, según el santuario, ¿dónde ocurre? En el lugar santo. ¿Por qué? ¿Por qué en el lugar santo? ¿Cómo sabemos que ocurre en el lugar santo? Por lo que hemos dicho antes, no porque pudo haber avanzado y pudo haber cambiado de sitio Jesús. Pero en esto, en este versículo que hemos leído, lo hemos leído, hemos dejado otros versículos por fuera. Hemos leído este precisamente para… y aquí dice algo. Leo de nuevo:
«Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos.»
¿Dónde lo vio Juan? Debajo del altar. ¿De qué altar está hablando? ¿Del altar del sacrificio? No, no, porque ya él ha visto… él ha visto este… ¿cómo se llama? Él ha visto el candelero. El altar del sacrificio ya lo dejamos atrás, está en el atrio. ¿Qué altar está en el lugar santo? No, no. ¿Cuál altar? Ay, vamos a agarrar aquí a un montón de hermanos que no están duchos en el santuario. El altar del incienso, el altar de oro. El altar del incienso está en el lugar santo.
En el lugar santo están los muebles que están en el lugar santo: la mesa de los panes de la proposición, el candelero de siete brazos, y el altar de oro, que es donde se hace el incienso. Entonces, en el quinto sello, Jesús todavía está en el lugar santo. Por tanto, el quinto sello no puede ocurrir antes del siguiente mueble. ¿Qué es el siguiente mueble o el siguiente lugar? Es el lugar santísimo. O sea, que esto no puede ocurrir antes de 1844. Perdón, esto no puede ocurrir después, exacto, esto no puede ocurrir después de 1844.
El quinto sello, repito, no puede ocurrir después de 1844, porque el quinto sello está clavado cronométricamente en el altar del incienso que está en el lugar santo. ¿Ven? Les estoy dando las pistas para que ustedes se den cuenta de que estas cosas son pistas que Dios nos ha dejado, o las cosas claras para que ubiquemos cada cosa en su sitio, ya que se ha hablado justamente del altar del incienso.
Pasamos a la siguiente lámina, Débora, y en la siguiente lámina nos habla de ese mueble: el altar del incienso. ¿Qué ocurre en este altar? ¿Qué ocurre en este altar? Bueno, además de lo que acabamos de leer del quinto sello, hay otra visión, otra visión profética, que también comienza en el lugar santo y que comienza, eh… no solamente en el lugar santo, sino que comienza en el año 31. ¿Qué visión es?
No le estoy preguntando, a ver si lo saben. El versículo es el versículo que vamos a leer ahora. Es Apocalipsis capítulo 8, versículo 2. Miren la siguiente visión, la siguiente visión del Apocalipsis. Ya dejamos atrás la visión de las iglesias. La segunda visión del Apocalipsis es la visión de los siete sellos. Ahora vamos a la tercera visión del Apocalipsis, que es la visión de las trompetas. Es importante que lo entendamos bien porque de esto se habla mucho y hay muchas confusiones.
Apocalipsis 8:2 dice: «Vi los siete ángeles que estaban delante de Dios, y se les dieron siete trompetas.» Comienza la visión de las trompetas. ¿En qué parte del santuario comienzan las trompetas?
Versículo 3: «Y otro ángel vino y se paró delante del altar, teniendo un incensario de oro, y le fue dado mucho incienso para que añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono.»
Versículo 4: «Y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios con las oraciones de los santos.»
Lugar santo. Entonces, ¿dónde comienzan las trompetas? En el lugar santo. En el lugar santo. Miren, miren esto, primer punto clave: nadie puede colocar las trompetas después. Correcto, el que lo haga, sutilmente, no sabemos si sabiéndolo o sin saberlo, está echando por tierra nuestra verdad del santuario. Si yo coloco las trompetas futuristas hacia el futuro, gamba sin… no mencionemos nombres todavía para que nadie se ofenda. Pero mencionemos, ataquemos la idea, no a los portavoces de las ideas.
¿Qué pasa si yo coloco las trompetas hacia el futuro, a nivel futurista? Estoy diciendo entonces que todavía Jesús no ha entrado en el lugar santísimo. ¿Por qué? Porque las trompetas claramente están diciéndonos que comienzan en el altar de oro, y el altar de oro está en el lugar santo. No puedo, yo no puedo, ningún ser humano puede cambiar los muebles, el orden que Dios estableció.
Además de eso, esta fiesta es la fiesta de las trompetas, obviamente, y esta trompeta nos está diciendo que comienza en el lugar santo. Pero no solamente eso, porque usted dice: «Ah, okay, está bien. Esta trompeta comienza en el lugar santo, comienza cuando Jesús asciende al cielo, año 31. Pero a lo mejor en la tercera trompeta se va para el futuro.» Ah, bueno, vamos a leer entonces los otros versículos que tenemos aquí.
Aquí tenemos, vamos a irnos rápidamente hasta Apocalipsis capítulo 9, el capítulo siguiente, el versículo 13. Apocalipsis 9:13 nos va a hablar de la sexta trompeta. Sexta, todo esto es un orden, ¿no? La sexta trompeta, ¿dónde ocurre? ¿Cuándo se lanza la sexta trompeta sobre la Tierra? ¿Dónde está Jesús en ese momento? ¿En qué parte del santuario? Vamos a leer Apocalipsis 9:13 y 9:14. Miren lo que dice textualmente la escritura: «Ah, en la misma parte. Ya lo viste. El sexto ángel tocó la trompeta, y oí, dice, una voz de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: ‘Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran río Éufrates.'»
La sexta trompeta ocurre en el lugar santo. O sea, mientras Jesús está en el lugar santo, en la Tierra está ocurriendo la sexta trompeta. Es más, según el versículo, Jesús mismo, que es el que está en el altar de oro dando las oraciones del incienso, es quien da la orden al ángel. Porque dice aquí: «Una voz de entre los cuatro cuernos.» ¿Quién es? ¿De quién puede ser esa voz que está allí en el altar de oro ministrando y que, además, está dando una orden? ¿De quién es esa voz? De Jesús.
De Jesús, pero ¿desde dónde? Desde el lugar santo. Entonces, o sea, han pasado seis trompetas, o han pasado cinco trompetas, y todas, Jesús ha estado en el lugar santo. Y ocurre la sexta trompeta, y Jesús sigue en el lugar santo. Entonces, repito, esta trompeta, su cumplimiento no puede ser en el futuro. Esto, para nosotros, que estamos viviendo bajo el lugar santísimo, o sea, estamos viviendo en este tiempo que Jesús ya está en el lugar santísimo, las seis trompetas están en el pasado, porque eso es lo que nos está diciendo aquí la profecía. No puede haber otra interpretación, no puede, porque entonces estaríamos echando por tierra la verdad del santuario y estaríamos moviendo los muebles del santuario. Correcto.
Entonces, eso. Por eso es importante. Por eso les decía que es importante entender el tema del santuario y entender luego el Apocalipsis. Entonces, ahí está. Vamos a la siguiente fiesta, la siguiente lámina, y esto nos va a llevar al fin de las trompetas y a otras visiones.
Ahora, en la siguiente lámina que Débora ha puesto allí, nos vamos al siguiente lugar del santuario, que es el lugar santísimo. ¿Qué ocurre en el lugar santísimo? O sea, ¿qué profecías de Apocalipsis están ocurriendo en el lugar santísimo? Como ya sabemos, este lugar santísimo se abrió en 1844. ¿Qué profecías abarcan desde 1844 hasta el fin?
Bueno, de las que tenemos aquí, en el orden que hemos puesto, la primera profecía ubicada en el lugar santísimo es la de las iglesias, o mejor dicho, dos de las iglesias: la iglesia de Filadelfia y la iglesia de Laodicea. ¿Cómo lo sabemos? Porque a la iglesia de Filadelfia, en Apocalipsis capítulo 3, versículo 7, se le dice:
«Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre».
Entonces, a Filadelfia se le habla de una llave y de una puerta. Luego dice el versículo 8: «Yo conozco tus obras; he aquí una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar, porque tienes un poco de potencia, y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre».
A Filadelfia se le dice: «He puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar». ¿A qué se refiere? A que Jesús abre la puerta que da al lugar santísimo en el tiempo de la iglesia de Filadelfia. Entonces, Filadelfia y Laodicea están en el lugar santísimo, o sea, se están cumpliendo en la tierra mientras Cristo está en el lugar santísimo. Esa es una cosa.
¿Qué otra cosa? Bueno, la trompeta que estábamos viendo ocurre coincidiendo con esto. Apocalipsis capítulo 11, versículos 15 y 19, lo explican. Miren:
Apocalipsis 11:15: «El séptimo ángel tocó la trompeta». Entonces, aquí en Apocalipsis 11:15, suena la séptima trompeta. ¿Y qué ocurre? Dice: «Y fueron hechas grandes voces en el cielo que decían: ‘Los reinos del mundo han venido a ser los reinos de nuestro Señor y de su Cristo, y Él reinará por los siglos de los siglos'».
Luego describe lo que hacen los ancianos, la alabanza que hacen los ancianos. En el versículo 19 concluye diciendo: «Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto fue vista».
¿Qué pasa cuando se abre la puerta que deja ver el arca del pacto? Esto ocurre al pasar del lugar santo al santísimo. Es decir, en este momento, la séptima trompeta suena y Jesús entra en el lugar santísimo. Por lo tanto, la séptima trompeta comenzó a sonar en 1844.
Otra cosa que se dice es que Jesús no ha entrado en el lugar santísimo en la tierra. Todo esto lo estamos viendo, y hasta el momento solo hemos usado la Biblia. Para que nadie diga: «Ay, es que estamos fundamentándolo en otra cosa». No, estamos usando solo la Biblia y, obviamente, los conocimientos que ya hemos estudiado del santuario y de las fiestas en su contexto profético. Sabemos que este es un fundamento adventista basado en Daniel 8:14 y todos los cumplimientos proféticos. Estamos analizando esto a la luz de ese contexto. Nos damos cuenta de que la séptima trompeta ya comenzó a sonar, no es que esté en el futuro; comenzó a sonar en 1844.
¿Qué pasa? Bueno, esta es la profecía de la séptima trompeta. La séptima trompeta abarca mucho más de lo que se menciona aquí. Por ejemplo, en el versículo 18 se mencionan varias cosas más que ocurren durante la séptima trompeta:
La ira de las naciones y la ira de Dios. La ira de Dios son las plagas.
El tiempo de los muertos para que sean juzgados. Esto habla del juicio de los 1,000 años, que incluye a las personas condenadas a muerte.
El galardón a los siervos, los profetas, los santos y los que temen su nombre. El galardón es la nueva tierra, la promesa de Abraham.
La destrucción final de los impíos, lo que completa la séptima trompeta.
Según lo que está en la Biblia, en 1844 surge el movimiento adventista. Correcto, pero Miller empezó antes a decir que Jesús venía a la tierra, ¿cierto? Entonces, ¿también forma parte de eso o del lugar santo? Miller comenzó su ministerio y su predicación en el lugar santo porque Jesús todavía no había entrado al lugar santísimo.
Cuando ocurre el chasco en la tierra, Jesús está entrando en el cielo, y Miller sigue vivo. Entonces, él pasó parte de su vida durante el tiempo del lugar santísimo de Jesús. Ahora, si la pregunta es si Miller va incluida allí, aunque Miller pasó por esa parte, no se le tomará en cuenta que no aceptó el sábado. ¿Por qué? Porque los amigos en los que él confiaba le impidieron aceptarlo. Según «Primeros Escritos», a Miller no se le considerará culpable porque no rechazó el sábado en rebeldía, sino por prejuicio. Los prejuicios levantados contra Jaime y Elena hicieron que Miller rechazara el mensaje del sábado. Él no lo hizo en un acto de desobediencia ni de incredulidad, sino por prejuicio.
A veces, nosotros nos dejamos llevar por prejuicios, y eso nos impide recibir bendiciones. En el caso de Miller, este prejuicio no resultará en perdición para él.
Pero entonces, la séptima trompeta, no, no, no. ¿Cómo se llama eso? ¿No decimos que la séptima trompeta empezó en 1844?
Entonces, ¿qué pasa? ¿En el tiempo de Miller también tocaba la séptima trompeta o no? Sí, sí, tocó la séptima trompeta, ¡claro que sí! Entonces, no podemos decir que fue a partir de 1844. No, no, no. Pero a partir de 1844, no. Miller vivió bajo la sexta trompeta, de hecho, claro. Es que yo, por eso, estoy haciendo pinceladas. Pero fíjense, así como… A ver, un breve comentario: así como durante el sexto sello, entre el sexto sello, o sea, si usted va a la Biblia, aquí en Apocalipsis, usted va a ver que está el sexto sello, hay una visión, y al terminar esa visión, viene el séptimo sello. El séptimo sello está en Apocalipsis 8:1. ¿Qué ocurre durante el capítulo siete? En el capítulo siete hay dos visiones que están ubicadas entre el sexto sello y el séptimo sello. ¿Y qué visión es? El sellamiento de los 144,000. Entonces, ese sellamiento ocurre entre el sexto y el séptimo sello por la ubicación.
Bueno, de igual forma que esto, de igual forma que esto, en la visión de las trompetas, entre la sexta trompeta y la séptima trompeta hay dos visiones: está Apocalipsis 10 y Apocalipsis 11. Ya que la hermana está preguntando, Apocalipsis 10 es Miller y todos los mileritas. Apocalipsis 10 es un ángel que trae un librito dulce, que se lo come y le amarga el vientre. Ese es el movimiento adventista milerita, donde lo dulce era la proclamación de la venida de Jesús para 1844, y el amargo es cuando viene el chasco. Entonces, si tú quieres saber, Miller está aquí, en Apocalipsis 10. Miller y todos los que estaban con él, todos los mileritas, están justamente entre la sexta trompeta y la séptima trompeta.
Ahora, ¿la séptima trompeta ocurre? ¿Y qué ocurre? Bueno, allí termina. Ahora bien, ¿qué otra profecía nos falta para terminar? ¿Qué otra profecía ocurre en el lugar santísimo? Bueno, hemos visto en Apocalipsis 11:19 la séptima trompeta, la apertura del lugar santísimo. Ahora, en Apocalipsis capítulo 15, versículo 1, y luego vamos a leer el versículo 8 para no hacerlo tan largo, encontramos el inicio de otra visión: la visión de las siete plagas postreras. ¿Y qué ocurre aquí? Bueno, el versículo uno dice: «Vi otra señal en el cielo, grande y admirable, siete ángeles que tenían las siete plagas postreras, porque en ellas se consumaba la ira de Dios».
Ahora bien, ¿qué dice aquí? Si usted sigue leyendo, describe por qué caen estas plagas y sobre quién: sobre los que tienen la imagen de la bestia y la marca. Es justicia de parte de Dios. Los ángeles salen, dice el versículo 5. Vamos a leer el versículo 5 porque menciona: «Después de estas cosas miré, y aquí el templo del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo». Otra vez, hablando del lugar santísimo. «Y salieron del templo siete ángeles». O sea, que los siete ángeles con las siete plagas, ¿de dónde salen? Del lugar santísimo.
Pero, ¿en qué momento salen? ¿Sellamiento? No. Versículo 8 dice: «Y el templo fue lleno de humo por la majestad de Dios y por su potencia, y ninguno podía entrar en el templo hasta que se consumasen las siete plagas postreras de los siete ángeles». Hemos leído esto porque el contexto es Apocalipsis, en el santuario. ¿Cómo? Versículo 8, no dice «plagas fáciles», dice «siete plagas de los siete ángeles». ¿Ok? Versículo 8 dice que cuando ellos salen, el templo se llena de humo. Pero, ¿qué parte del templo? El lugar santísimo.
Y luego dice que nadie puede entrar allí. ¿Qué significa esto? Si usted busca la equivalencia en el santuario terrenal, que es símbolo y sombra, era cuando finalizaba el día de expiación. Salía el sumo sacerdote y se llenaba el templo de humo. O sea, que ni siquiera el sumo sacerdote podía estar allí porque ya no había sacerdocio, ya no había intercesión. Esto representa lo mismo que dice Daniel 12:1, que Miguel se levanta, que Jesús deja de interceder, que el templo se llena de humo, y que ahora el ser humano está delante de Dios sin intercesor. Allí es cuando comienzan las siete plagas.
Esto nos lleva al inicio de las siete plagas postreras. Es el fin del ministerio de Cristo en el lugar santísimo, y eso significa el fin del tiempo de gracia, porque la gracia es Cristo ministrando en el santuario. Esa es la gracia: Cristo intercediendo por nosotros. Esa es la gracia. Cuando Cristo deja de interceder, porque se acabó, entonces ahí es cuando comienzan las siete plagas postreras. Pero también es después del sellamiento. Claro, claro que es después del sellamiento. Correcto. Entonces, fíjense, están sellados. Cuando ya están sellados y numerados los santos, sellados y numerados los santos. Correcto.
No hemos terminado. Ya vamos a terminar. Yo sé que ya, ya vamos a terminar. Pero fíjense, porque seguimos en el lugar santísimo. Seguimos aquí en este momento… Bueno, no en el lugar santísimo, perdón. Ya aquí lo hemos leído: ya nadie puede entrar al santísimo. Pero seguimos en el Día de Expiación; en eso sí seguimos.
¿Qué pasaba en el Día de Expiación? Cuando el sumo sacerdote terminaba de limpiar el santuario y salía del lugar santísimo, ¿qué era lo que seguía? ¿Qué era lo que correspondía hacer ahora?
Ajá, colocar los pecados sobre el chivo o el macho cabrío por Azazel. ¿Eso qué es?
Bueno, esto nos lleva, mis hermanos, a Apocalipsis capítulo 20. Exacto, Apocalipsis capítulo 20 nos dice, versículos del 1 al 3:
«Vi a un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso su sello sobre él».
Esto es el cumplimiento de esa parte final de la expiación, donde se colocan los pecados sobre el macho cabrío y se manda… ¿A dónde se mandaba el macho cabrío? Al desierto.
¿A dónde va a estar él? En una tierra desierta, desierta. Vean entonces:
Apocalipsis 20.
Apocalipsis 15: fin de la intercesión de Cristo en el lugar santísimo.
Las siete plagas: Apocalipsis 16.
Apocalipsis 17, Apocalipsis 18.
Todo eso sigue siendo Día de Expiación.
Santísimo, no. Ya no está en el lugar santísimo Jesús, pero sigue siendo Día de Expiación.
Apocalipsis 19: segunda venida de Cristo. Bueno, Él viene ahora a colocar los pecados sobre Azazel.
Apocalipsis 20: puso los pecados y lo mandó al desierto.
O sea que hasta Apocalipsis 20 todavía es Día de Expiación, todavía es fiesta de expiación. ¿Por qué? Porque es el final de la fiesta, correcto.
Entonces, ahí estamos todos muy claros.
Ahora, la parte final, Débora, la última lámina… o no, la penúltima lámina. La penúltima lámina es la siguiente fiesta. ¿Cuál es la siguiente fiesta que viene después de la expiación? Las cabañas, ¿no? Las cabañas. Y el mandato de las cabañas era que la gente saliera de sus casas, ¿sí o no? ¿Cómo se celebraba la fiesta de las cabañas? Personificando la salida, ajá, y vivieran en tiendas, en un campamento de tiendas, y celebraran la fiesta por siete días allí. Una conmemoración de que ellos vivieron en el desierto por siete días, recordando cuando salieron de Egipto. ¿Correcto? Muy bien. ¿Eso qué representa? Eso representa Apocalipsis 20:9, el triunfo de los redimidos. No, eso representa… ¡exacto!
Fíjense, importante, vamos a recalcarlo para que no quede duda. Bueno, primero vamos a leer el versículo. Apocalipsis capítulo 20, versículo 9. ¿Esto qué representa? Veinte nueve: el fin de los mil años. Han pasado ya los mil años de Azazel en el desierto. Entonces, Satanás es suelto de su prisión, engaña a la tierra, a Gog y a Magog. ¿Y qué dice el versículo 9 de Apocalipsis 20? «Subieron sobre la anchura de la tierra y circundaron el campamento de los santos.» ¿Qué es circundar el campamento de los santos? Esa es la fiesta de cabañas. ¿Dónde viven los santos? En campamentos, en tiendas, ¿no? Esa es la fiesta de las cabañas.
O sea, la fiesta de las cabañas no es la segunda venida de Cristo. La segunda venida de Cristo está incluida en la fiesta de la expiación porque viene a colocar los pecados sobre Azazel. Entonces, repito: la fiesta, perdón, la segunda venida de Cristo ocurre en la fiesta de la expiación, no ocurre en cabañas. Las cabañas son después, después de que se ha colocado el pecado sobre el macho cabrío, después de que el macho cabrío ha estado en el desierto mil años. Dice, y justamente lo confirma el versículo de Apocalipsis 20:9: «circundaron el campamento de los santos y la ciudad amada, y de Dios descendió fuego del cielo y los consumió.»
Entonces, aquí estamos en la fiesta de las cabañas. Y justamente aquí es cuando viene la celebración. Porque dice, si usted va, si no va, a Levítico… yo se los leo para que no se pierdan. Apocalipsis… que todavía nos falta leer un versículo más. Levítico, cuando habla de la fiesta de las cabañas, miren lo que dice. Levítico… me perdí… ah, Levítico 23. Voy a leer Levítico 23, la fiesta de las cabañas. Ajá, ajá. Versículo 39 dice: «Empero a los quince días del mes séptimo, cuando hubierais recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días. El primer día será sábado, y sábado será también el octavo día. Tomaréis gajos de fruto de árbol hermoso, haréis fiesta a Jehová.» Y, eh, dice por aquí… sé que no lo consigo… «os alegraréis.» O sea, una fiesta de alegría, de gozo. Se trae todo, se trae todo el fruto de la tierra ya de la cosecha, y es una fiesta para gozarse, no como la fiesta de expiación, que ya lo estudiamos la semana pasada. ¿Se acuerdan que la fiesta de la expiación era para afligirse? La fiesta de las cabañas es para gozarse.
Y eso se cumple en Apocalipsis 21, cuando dice… vamos a leer el versículo que dice, versículo 4, después que dice que descendió la Nueva Jerusalén, se colocó cielo nuevo y tierra nueva. Dice el versículo de Apocalipsis 21:4: «Limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor.» O sea, en esta fiesta ya no hay dolor, ya no hay clamor. Hasta después de los mil años ya no hay clamor, ya no hay dolor, sino que hay gozo. ¿Gozo en qué? En la tierra renovada, en la Tierra Nueva.
Entonces, fíjense cómo hemos cubierto todo Apocalipsis, los puntos claves, vamos a decir. Hemos colocado unas estacas claves de las profecías para enmarcar dónde va cada profecía, dónde va cada evento en el contexto del santuario. ¿Para qué? Para luego poder estudiar las profecías de Apocalipsis entendiendo dónde va cada cosa, no colocar cosas en el futuro que ya se cumplieron en el pasado, o colocar cosas en el pasado que todavía están por cumplirse en el presente y en el futuro.
Es decir, para poder entender bien Apocalipsis a la luz del esqueleto, vamos a decirlo así, del esqueleto de todo el armazón esquelético que fortalece Apocalipsis. ¿Qué es? ¿Qué cosa? El santuario. Vamos a decirlo así: el santuario. Así como nosotros tenemos un cuerpo, y lo que le da estabilidad al cuerpo es todo nuestro esqueleto, bueno, el esqueleto de Apocalipsis es el santuario. Todo lo demás, los órganos, la carne y la sangre, son todos los elementos de las profecías de Apocalipsis. Pero deben ser colocados en su lugar correcto para que se pueda entender todo maravillosamente.
Por eso, repito, estudiemos esto, pero entendiendo primero bien el santuario, entendiendo bien el cumplimiento del santuario, de las fiestas, para poder comprender Apocalipsis. Vamos a terminar cerrando Apocalipsis, ya que estamos en todo Apocalipsis. Vamos a terminar con lo que dice… ¿qué dice…? Ah, me faltó la lámina. No, perdón, perdón, falta una lámina. ¡Falta una lámina de Débora!
Cuando se termina esta fiesta, entonces vuelven a las tribus, ¿no? Esto es Apocalipsis 21:22. Y ahí sí terminamos con este versículo, Apocalipsis 22:15 y 22:20:
«Los perros estarán afuera, y los hechiceros, los disolutos, los homicidas, los idólatras y cualquiera que ama y hace mentira.»
¿Fuera de dónde? De la nueva Jerusalén, fuera de la nueva tierra, de la tierra renovada. No van a poder entrar. ¿Por qué? Bueno, porque han sido perros, hechiceros, disolutos, homicidas, idólatras y mentirosos.
Que ninguno de nosotros nos dejemos extraviar por estos pecados, sino más bien, como hemos estado en la Escuela Sabática, que busquemos la santidad.
Concluimos ahora sí con el versículo final por hoy. Apocalipsis 22:20:
«El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén. Ven, Señor Jesús.»
Si este versículo era cierto cuando Juan lo escribió, que Jesús venía en breve, ahora que estamos nosotros, ¡es mucho más! Es brevísimo. Nosotros estamos viviendo ya en la fiesta final, en la conclusión de todas las profecías, la fiesta de la expiación.
Entonces, nosotros tenemos que, como estamos todavía en expiación, afligirnos, como vimos la semana pasada: vivir en aflicción, golpeando el cuerpo, golpeando el orgullo, golpeando todo en reforma por la salud, en orden evangélico, en la observancia de los mandamientos de Dios, en la victoria de Cristo Jesús.
Eso es el maná, esos son los mandamientos, esa es la vara de Aarón, esperando lo que falta para que entremos en la fiesta final, para que nos gocemos y nos alegremos en la nueva Jerusalén.
Entonces, mi pregunta es: ¿Queremos ir a la nueva Jerusalén? ¿Queremos ser vencedores de la marca de la bestia y de su imagen? ¿Queremos celebrar la fiesta de las cabañas con Cristo en el cielo? Amén. Entonces tenemos que ser vencedores. Al que venciere, le serán dadas todas estas cosas.
Vamos a terminar con una oración, y quedamos pues despedidos.
ORACIÓN FINAL
Querido Padre, te damos gracias por tu palabra y por el Apocalipsis, esa bienaventuranza y bendición que nos has dejado. Te pedimos, Señor, que nos sigas dando entendimiento, pero sobre todas las cosas que nos permitas a todos y a cada uno ser bereanos, estudiar estas cosas por nosotros mismos.
Te pido por mis hermanos que han estado hoy aquí, para que les des espíritu de bereano, espíritu de investigación, de sabiduría, para que ellos ahora vayan a corroborar todas estas cosas por sí mismos, que como han dicho, hagan sus gráficos, hagan sus estudios, para que ellos vean estas cosas por sí mismos y se afiancen en estas verdades.
Que estas verdades les sean un sostén en su vida espiritual y que también los conviertas, a través de esto, Señor, en predicadores de estas verdades.
Que podamos todos comprender no solamente lo que ha pasado, sino lo que ahora mismo está ocurriendo en el cielo y lo que está por ocurrir. Que podamos entender el Apocalipsis, Señor, como lo has revelado a la luz de esta gran verdad del santuario, que es el fundamento de nuestra fe.
Danos ese entendimiento, no para gloriarnos, ni para vanagloriarnos, ni para combatir, debatir o contender, sino, Señor, para obedecer y anunciar el evangelio de salvación. Perdona nuestros pecados en lo que te hayamos ofendido, y sé con nosotros en este resto de sábado.
Te lo pedimos, Padre, en el nombre de tu Hijo Jesús. Amén.