Introducción
Bien, ahora sí, feliz noche. Dios les bendiga. Bienvenidos.
Hoy, amén. Gracias.
Amén. Quiero que meditemos un poco en una parábola de Jesucristo, una enseñanza del Señor Jesús que se encuentra en el Evangelio de Lucas, capítulo 12, a partir del versículo 35, y que viene conectada esta parábola con la que hemos estudiado estos dos sábados pasados, ¿no? Acerca de las diez vírgenes y la fiesta de bodas.
Recordatorio: La Parábola de las Diez Vírgenes
Recordemos lo que hemos estudiado acerca de ese tema, que representa a las vírgenes que toman sus lámparas y salen a recibir al esposo: el movimiento adventista, el movimiento adventista del primer ángel.
Y si nos recordamos, hay un momento en que dice la parábola en Mateo 25 que el esposo se tarda, todas se duermen, luego viene un clamor que las despierta. Unas son prudentes porque tienen aceite extra, estudiaron la Biblia con el Espíritu Santo, y otras no tienen aceite. Estudiaron la Biblia pero sin el Espíritu Santo. Y luego, las que estaban preparadas entran a las bodas, y las que estaban afuera fueron a buscar aceite. Estudiamos que el entrar en las bodas no es físicamente, sino espiritualmente por medio de la fe.
Lucas 12:35-36 – La Parábola desde Otra Perspectiva
Ahora, en Lucas, capítulo 12, versículo 35 en adelante, también Jesús habla de la parábola de las bodas, pero desde otra perspectiva. Vamos a leerlo, vamos a leer el versículo 35 que dice así. Lucas 12:35:
«Estén ceñidos vuestros lomos y vuestras antorchas encendidas.»
Noten: «Estén ceñidos vuestros lomos.» Esto hace referencia indudablemente, si se recuerdan, a la Pascua, a lo que Dios le dijo a Israel por medio de Moisés en la noche de la Pascua: «Estén ceñidos vuestros lomos», dice, «y vuestras antorchas encendidas.» Y aquí está la relación con las lámparas de las vírgenes y que estén encendidas.
Y luego dice, y con esto termina de verse la relación en el versículo 36:
«Y vosotros sed semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas, para que cuando viniere y llamare, luego le abran.»
Entonces, aquí en este segundo versículo, en el 36, se evidencia o se confirma lo que ya habíamos dicho: que nosotros, aunque somos esas diez vírgenes y aparecemos que entramos a las bodas, los que son prudentes entran a las bodas, esa entrada es espiritual y no física.
La Entrada Espiritual vs. La Espera Física
¿Por qué? Porque aquí está diciendo que físicamente nosotros realmente estamos aquí en la tierra esperando a que nuestro Señor vuelva de esas bodas. O sea, las bodas… o sea, Jesús viene, la segunda venida de Jesús ocurre después de las bodas, y nosotros estamos físicamente esperando que él venga de las bodas. Y espiritualmente estamos… o sea, estamos espiritualmente en el cielo con él en las bodas, porque seguimos por fe la obra de Cristo en el cielo, en el lugar santísimo. Pero estamos realmente físicamente esperando que nuestro Señor regrese de esas bodas, regrese de asumir el reino. Que ya hemos hablado, está en Daniel 7.
Daniel 7 habla de los cuatro reinos, del reino anticristo, y luego habla del juicio. Entonces eso es, digamos, las bodas. Y después del juicio es que dice que viene el reino de Cristo.
Entonces nosotros, dice Jesucristo, ya nos advertía que debíamos estar preparados: nuestros lomos, dijimos, ceñidos, y las antorchas encendidas. O sea, la Biblia iluminando, pero porque tiene el aceite, porque tenemos el aceite del Espíritu Santo. Y esperando, esperando. O sea, nuestra misión es ser semejantes a hombres que esperan.
Versículo 37 – Velando
Ahora, ¿cómo debemos esperar? Versículo 37:
«Bienaventurados aquellos siervos, aquellos siervos a los cuales, cuando el Señor viniere, los hallare velando. Velando. Los hallare velando. De cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá.»
Entonces, nosotros tenemos que esperar al Señor velando.
El Significado de Velar
Y velando, una vez más, si les voy a recordar otro tema que estudiamos un sábado que se titulaba «Quiero, pero no puedo», donde Jesús le dice a Pedro: «El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.» Y Jesús le decía a Pedro: «Velad y orad para que no entréis en tentación.»
Entonces ahí está lo mismo. O sea, lo mismo que Jesús le dijo a Pedro es lo que nos dice a nosotros que vivimos en el tiempo en el que estamos esperando que Jesús vuelva de las bodas.
¿Y qué es velar? Tenemos que estar velando, o sea, velando sobre nosotros mismos, velando, como le dijo en una ocasión —y está en la Biblia, ¿no?— Pablo a Timoteo: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.» O sea, velando sobre ti mismo y sobre la doctrina que enseñas.
La Recompensa de Velar
Si hacemos eso, si estamos velando y nos mantenemos despiertos velando, bueno, aquí el Señor lo dice: cuando él venga, hará que se sienten a la mesa y, pasando, les servirá.
¿Por qué? Porque nosotros no estamos presentes físicamente en las bodas, solamente espiritualmente, pero sí estaremos presentes en la fiesta de las bodas. En Apocalipsis 19 —no lo vamos a buscar, pero ustedes lo tienen allí como referencia— dice: «Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.»
Entonces, eso es lo que va a ocurrir. Jesús viene, nos busca y nos lleva a la cena de las bodas del Cordero, que él mismo aquí está mencionando. Dice: «Se ceñirá, hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá.»
Es más, si se acuerdan, cuando siempre hacemos Santa Cena, nos hacemos referencia también de este pasaje de Lucas, donde Jesús dice: «De cierto os digo que no tomaré más de este fruto de la vid hasta que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.» Bueno, él está haciendo referencia a esta fiesta de las bodas, donde aquí mismo dice: «Él es quien nos va a servir, él es el que se va a ceñir y nos va a servir.»
Versículo 38 – Las Tres Vigilias
Ahora, en el versículo 38 complementa eso de velar. ¿Por qué? Bueno, porque ya aquí mismo se anticipa, además de la tardanza de las diez vírgenes —que dice que se tardó el esposo, que ya ocurrió, ya esa tardanza ocurrió— repito, ya esa tardanza ocurrió y se refería, como estudiamos, a la tardanza que ellos esperaban que Jesús viniera en la primavera del 44, y realmente la fecha apuntaba al otoño. Ese periodo de tardanza ya ocurrió.
Pero aquí habla de otra tardanza, o se sugiere una tardanza. El versículo 38, Jesús dice:
«Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos.»
La División de las Vigilias
Entonces aquí, claro, Jesús menciona tres vigilias. Está diciendo: «Ustedes esperen a que su señor regrese de las bodas y deben estar velando.» Pero él mismo dice: «Bueno, puede ser que venga a la primera vigilia, o si no, puede ser que venga a la segunda vigilia. Inclusive puede ser que venga a la tercera vigilia. Pero si los hallare así velando, serán bienaventurados.»
O sea, que él anticipa una posibilidad: primera, segunda o tercera vigilia.
¿Qué son las vigilias? Bueno, las vigilias en estos tiempos bíblicos se refiere… ellos dividían la noche, la parte oscura del día, en cuatro vigilias. La primera vigilia… o sea, son doce horas. Sí, porque desde las seis de la tarde aproximadamente, que es la puesta de sol, hasta las seis de la mañana, son doce horas. La dividimos entre cuatro. Cada vigilia tiene una duración de tres horas.
Entonces:
- De 6 a 9 de la noche, de 6 de la tarde a 9 de la noche, es la primera vigilia.
- De 9 de la noche a medianoche es la segunda vigilia.
- De medianoche a 3 de la mañana sería la tercera vigilia.
- De 3 de la mañana a 6 de la mañana, la cuarta vigilia.
Pues Jesús está diciendo que puede ser que venga a la segunda o puede ser que venga a la tercera. Pero sea lo cual fuere, tenemos que estar velando.
Entonces divide… pues el tiempo de espera, Jesucristo lo divide, al menos, en tres vigilias, y deja la posibilidad abierta de que él venga a la primera, a la segunda o a la tercera vigilia.
La Incertidumbre del Tiempo y las Condiciones Cumplidas
Y esto, ¿por qué? Alguien podría decir: «Pero ¿no es que Jesús tiene todo profetizado?»
Pues sí, todo está profetizado. Lo que a veces no se nos ha enseñado, porque vivimos… digamos que hemos nacido en un adventismo un poco… bueno, un poco no, un adventismo apostatado, y apenas estamos regresando a nuestras raíces verdaderas… lo que nunca se nos ha dicho es que realmente la venida de Jesús ya tuvo que haber ocurrido. Ya las condiciones fueron dadas. O sea, las condiciones del mundo, de la iglesia, perdón, de la iglesia, del mundo, ya se dieron.
Jesús pudo haber venido en 1848, o pudo haber venido en 1888, inclusive hasta 1897. Tenemos la referencia de que el Señor pudo haber derramado al todo el mundo la lluvia tardía, pudo haberse cumplido el fuerte clamor y pudo haber Jesús venido. Esto tal cual lo dice Elena de White, y que tenemos años de atraso por la insubordinación.
Entonces, las condiciones ya se han dado.
¿Por Qué No Ha Venido Jesús?
Pero ¿qué está diciendo Jesús? Aunque las condiciones están dadas, bueno, puede ser que venga a la primera vigilia, a la segunda o a la tercera.
¿Por qué? Porque al final sabemos nosotros que si el mundo político, natural, económico, social estaba preparado para la venida de Jesús, el hecho de que Jesús no viniera fue porque faltó algo fundamental, y es que el remanente estuviese preparado. En 1888 no lo estuvo, no aceptó el mensaje. En el 97 tampoco. Y de ahí en adelante, más bien ha ido apostatándose de ese mensaje.
Por eso es que Jesús no ha venido, porque, la… Pedro describió en una de sus epístolas que nosotros somos los que apresuramos la venida del Señor. Y el mismo Apocalipsis lo dice. Apocalipsis 14 dice que el ángel le dice a Jesucristo, que es el que está en la nube… en Apocalipsis 14 dice: «Mete tu voz y siega, porque la mies de la tierra está madura.»
O sea, la última señal, el último cumplimiento necesario es que la mies esté madura para que pueda Jesucristo venir a cosechar a su pueblo. Que es lo que en palabras de Elena de White es: cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido entre su pueblo, entonces vendrá él a buscarlo como suyo. O sea, repite la misma idea de Apocalipsis.
La Última Señal
¿Y cuál es? Que lo que se necesita para la última señal que se necesita cumplir para que Jesús venga no es que Donald Trump saque una ley dominical que está supuestamente oculta por allí. No es esa, sino que el remanente esté maduro, que el remanente se prepare, que el remanente esté, como dice aquí, velando, velando, que tenga carácter, que esté velando para que, velando, consiga el poder necesario para vencer su carne, su debilidad. Y de esa forma, venciendo su debilidad, desarrolle el carácter de Cristo, se madure la mies, se madure.
Conclusión
Así que, mis hermanos, en conclusión, se nos dice, repito, este versículo seguramente es primera vez que lo leen. Yo también, muchos años que estuve en la Iglesia Adventista, muchos años que estudié teología, y este texto lo vine a conocer fue después que entré en el camino de la llamada disidencia.
Y prácticamente nadie habla de esto. Aun de los predicadores de profecía, nadie habla de esto. ¿Por qué? Porque este versículo justamente echa por tierra todas las teorías cronológicas posteriores a 1844.
Cada de cuándo en cuándo salen profetas cronológicos profetizando la venida de Jesús para el 2000, 2011, 2016, 2031, 2026, 2027, etcétera, etcétera, etcétera. Pero Jesucristo ya nos dice: puede que venga la primera, puede que venga la segunda vigilia, o puede que venga aún a la tercera vigilia. Lo importante, dice Jesús, es que estemos velando, aguardando que nuestro Señor va a volver de las bodas, y velando, velando sobre nosotros mismos, sobre lo que enseñamos y sobre nuestro carácter.
Se hace de nuevo válida la exhortación que hicimos en relación a lo de Pedro, ¿no? Nosotros necesitamos velar para poder vencer nuestro mayor enemigo, o nuestro enemigo número uno, que somos… que es nuestra carne de pecado.
Lectura Final
Entonces, recordemos, por lo menos hoy, recordemos esto, recordemos ese pensamiento de Jesús, y lo leo de nuevo, y con eso terminamos, ¿no?
Bienaventurados… bueno, voy a leer todo el pasaje:
«Estén ceñidos vuestros lomos y vuestras antorchas encendidas. Y vosotros sed semejantes a hombres que esperan cuando su Señor ha de volver de las bodas, para que cuando viniere y llamare, le abran. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales, cuando el Señor viniere, los hallare velando. De cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos.»
Así que, que esa bienaventuranza la busquemos con ardor, la bienaventuranza de estar velando hasta la tercera vigilia.
Que Dios les bendiga.
