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APERTURA e INTRODUCCIÓN:
- Vivimos en una época donde la verdad es relativizada, reinterpretada o directamente ignorada. Muchos profesan fe, pero no creen como creyeron los antiguos. Hoy queremos ver qué significa creer realmente, y qué consecuencias trae torcer lo que Dios ha dicho.
- Este mensaje busca mostrar la seriedad de tomar a Dios en Su Palabra y el peligro de modificarla, sea por incredulidad o por presunción.
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PROPOSICIÓN:
- Creer la Palabra De Dios nos hace justos, y nos encamina al remanente y a los 144000. No creer la Palabra sino modificarla nos hace injustos, y nos encamina a la ramera y a la adoración de la bestia.
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TEMA:
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Parte 1: Justificados por la fe
- A. Abraham fue justificado por la fe (Gen 15.4-6). Después hizo pacto y obedeció (Gen 15.7-21).
- B. La Fe de Abraham es que creyó lo que le dijo Dios. Fe es creer en la palabra De Dios: creer lo que está escrito, como está escrito y aunque solo esté escrito una sola vez.
- C. Justificado es que Dios nos declara justos, y su palabra declarada nos hace justos. Nos cura del pecado, de la desnudez del pecado. Nos pone en armonía con la ley, nos viste de la justicia de Cristo. Es perdón, liberación, unción, re-creación y empoderamiento.
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Parte 2: Des-justificados o injustificados por la incredulidad (torcer)
- A. Injustificado por la incredulidad: Por influencia de Sara, Abraham reinterpretó las palabras De Dios (Gen 16.1-2a). Creyó ese razonamiento incrédulo (Gen 16.2b) y actuó en base a esa incredulidad o presunción (Gen 16.3-4). Perdió la fe, perdió la justicia y perdió la paz (Gen 16.5-6).
- B. Falsificación de la fe: Por las circunstancias Sara no creyó más la literalidad de la palabra De Dios. Creyó que eran simbólicas: “quizás” dijo. Dejó de creer en lo que “escrito está” y de como está escrito; dejó de creer en “lo que Dios dijo” para creer en “lo que Dios quiso decir”. Creyó en una modificación de la palabra De Dios. Así creyó en una presunción. Esto realmente es una forma solapada de incredulidad, es una incredulidad selectiva.
- C. Desjustificado o Injustificado por la falsa fe: Se ve en el hecho de que su visión cambió: empezó a creer que era imposible que él y Sara tuviesen hijos (Gen 17.17), creyó que habían entendido mal a Dios (dejó de creer en lo que antes creyó), creyó que Dios aprobaba la fornicación en ciertas circunstancias, se unió a la esclavitud, etc. Ya no era un hombre justo, sino uno injusto; fue injustificado. Todo esto que ahora veía y creía Abraham lo hizo cohabitar (fornicar) con Agar y concebir a Ismael. Trajo numerosos problemas. Inclusive le impidió a Abraham entender de primeras una nueva palabra De Dios explicando más el pacto y la promesa (Gen 17.1-2, 15-18) Dios tuvo que dar otra palabra para explicar bien que lo que Él dijo debía entenderse literal y no simbólico (Gen 17.19-22). Dios dijo de nuevo el nacimiento de Isaac y Sara no creía (Gen 18.9–15). Y Abraham volvió a ser justificado cuando se arrepintieron y creyeron. Lo vemos intercediendo por Sodoma (Gen 18.16-33). En Gen 20, vemos a Abraham cayendo en una debilidad y pecado antiguo que había hecho en Egipto (Gen 12.11-20; 20), pero arrepintiéndose de nuevo y siendo justificado de ese pecado que fue revelado. O sea, fue de justicia en justicia (Rom 1.17). Luego nació Isaac y vino la prueba final del sacrificio donde volvió a ser justificado (Gen 22; Rom 4.20-21; Heb 11.17-19). Abraham perseveró en la fe y en la justificación, y eso lo llevó a la perfección y al sello de su vida.
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CONCLUSIÓN:
- Somos justificados por la fe, e injustificados por la incredulidad o presunción.
- Somos justificados por creer cada palabra que sale de la boca De Dios, por creer lo que Dios dijo, y creerlo como lo dijo, y creerlo aunque lo haya dicho una sola vez.
- Somos santificados y perfeccionados si perseveramos en esa justificación.
- Si nos mantenemos así a medida que Dios vaya revelando cada palabra, entonces nos habituaremos a creer y al final quedaremos sellados en un carácter de fe y de justicia.
- Perdemos la justificación por la incredulidad o presunción. Somos injustificados por no creer lo que Dios dijo o por no creer como lo dijo, y en su lugar creer lo que yo creo que debió decir. Y aquí es donde obran los falsos maestros, y el vino de Babilonia. Ver CS 584 y ATO.
- Seguiremos siendo sucios y ensuciándonos y quedaremos sellados en la impureza si perseveramos en ese camino de incredulidad y presunción.
- Nos habituamos a la incredulidad selectiva, y a la rebeldía y quedaremos sellados en la rebelión, en la marca de la bestia.
- Somos justificados por la fe, e injustificados por la incredulidad o presunción.
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CONCLUSIÓN GENERAL
- ¿Estás caminando en fe como Abraham o estás justificando tus propias ideas como Sara? ¿Estás creyendo lo que Dios dijo o reinterpretando según tus circunstancias?
- La fe que justifica es obediente, literal, confiada y perseverante. La presunción y la incredulidad se disfrazan de fe, pero solo traen confusión y separación de Dios.
- Hoy es día de retornar a la Palabra tal como está escrita. Hoy es día de ser vestidos con la justicia de Cristo y no andar más desnudos ante Dios.
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CIERRE EMOCIONAL:
- Así como Abraham fue restaurado cuando creyó de nuevo, tú también puedes hoy. Aunque hayas dudado, torcido, justificado el error o incluso fornicado espiritualmente, Dios te llama a creer otra vez, a ser justificado otra vez.
- Su Palabra sigue siendo fiel. Él sigue dispuesto a cubrirte con Su justicia si vuelves a creer.
- Recuerda que puedes hacerlo mientras la puerta esté abierta. Pronto se cerrará la puerta y ya nadie podrá entrar.
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LLAMADO:
- Hoy elige ser justificado por la fe. Cree como Abraham. Cree en la Palabra tal como está escrita. Deja atrás toda presunción, toda modificación humana.
- Si deseas caminar como parte del remanente fiel, si anhelas ser sellado con la justicia de Cristo, ven, ora, rinde tu incredulidad. Vuelve a creer. Dios quiere vestirte otra vez.
PRÓXIMO TEMA:
Justificados por creer el mensaje de los 3 ángeles.
- Justificados por creer el M1A. Desjustificados por torcer el M1A.
- Justificados por creer el M2A. Desjustificados por torcer el M2A.
- Justificados por creer el M3A. Desjustificados por torcer el M3A.
- Santificados y Sellados por perseverar en creer en el M3A. Marcados por perseverar en creer en los M3A torcidos.
- Justificados por creer el M2A. Desjustificados por torcer el M2A.
Las verdades que se encuentran explicadas con la mayor claridad en la Biblia han sido envueltas en dudas y oscuridad por hombres doctos, que con ínfulas de gran sabiduría enseñan que las Escrituras tienen un sentido místico, secreto y espiritual que no se echa de ver en el lenguaje empleado en ellas. Esos hombres son falsos maestros. Fue a personas semejantes a quienes Jesús declaró: “No conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios”. Marcos 12:24 (VM). El lenguaje de la Biblia debe explicarse de acuerdo con su significado manifiesto, a no ser que se trate de un símbolo o figura. Cristo prometió: “Si alguno quisiere hacer su voluntad del Padre, conocerá de mi enseñanza, si es de Dios”. Juan 7:17 (VM). Si los hombres quisieran tan solo aceptar lo que la Biblia dice, y si no hubiera falsos maestros para alucinar y confundir las inteligencias, se realizaría una obra que alegraría a los ángeles y que traería al rebaño de Cristo a miles y miles de almas actualmente sumidas en el error.. CS 584.2
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Los hombres actúan como si se les hubiera dado una libertad especial para cancelar las decisiones de Dios. Los críticos superiores se colocan en el lugar de Dios y revisan la Palabra de Dios, modificándola o aprobándola. De esta manera, se induce a todas las naciones a beber el vino de la fornicación de Babilonia. Estos críticos superiores han arreglado las cosas para que se acomoden a las herejías populares de estos últimos días. Si no pueden subvertir y malinterpretar la Palabra de Dios, si no pueden atarla a las prácticas humanas, la destruyen.
Pero ningún hombre que participe de la naturaleza divina juzgará la Palabra de Dios, porque reconoce que es esa Palabra la que lo juzga a él. No podemos llevar nuestra religión a la Biblia y moldear o descolocar las Escrituras para probar que nuestra religión es verdadera. Debemos obtener nuestra religión de la Palabra, tal como está escrita. Aquellos que se han sentido con la libertad de rechazar cualquier parte de la Palabra de Dios a su antojo, pisoteándola porque no se ajusta a la medida del mundo o no se adapta a sus propias prácticas en los negocios, hallarán que están manejando una espada que corta por ambos lados.
Todos los que son hacedores de la Palabra de Dios serán abundantemente bendecidos. Cualesquiera sean las cruces que deban llevar, las pérdidas que deban sufrir o las persecuciones que les toque enfrentar —aun cuando esto implique la pérdida de la vida temporal— serán ampliamente recompensados, porque aseguran aquella vida que se mide con la vida de Dios. Al perder sus vidas por causa de Cristo, ganan una vida que dura por las edades eternas. Caminan bajo la dirección del Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra de variación. Verán Su rostro, y Su nombre estará en sus frentes.
Todo aquel que enciende su lámpara en el altar divino sostiene firmemente su luz. No usa fuego común en su incensario, sino el fuego sagrado, mantenido encendido por el poder de Dios día y noche. Aquellos que caminan en los pasos de Jesús, que rinden sus vidas a Su guía y a Su servicio, tienen el aceite dorado en sus vasijas junto con sus lámparas. Nunca estarán en una situación para la cual Dios no haya provisto. La lámpara de la vida siempre es arreglada por la misma mano que la encendió.
“Y el Dios de paz, que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” [Hebreos 13:20, 21]. 12LtMs, Lt 48, 1897, par. 36-12LtMs, Lt 48, 1897, par. 40
Pero la fe no va en ningún sentido unida a la presunción. Sólo el que tenga verdadera fe se halla seguro contra la presunción. Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe. La fe se aferra a las promesas de Dios, y produce la obediencia. La presunción también se aferra a las promesas, pero las usa como Satanás, para disculpar la transgresión. La fe habría inducido a nuestros primeros padres a confiar en el amor de Dios, y a obedecer sus mandamientos. La presunción los indujo a transgredir su ley, creyendo que su gran amor los salvaría de las consecuencias de su pecado. No es fe lo que reclama el favor del Cielo sin cumplir las condiciones bajo las cuales se concede una merced. La fe verdadera tiene su fundamento en las promesas y provisiones de las Escrituras. Muchas veces, cuando Satanás no logra excitar la desconfianza, nos induce a la presunción. DTG 101.3-DTG 102.1